Amateur

Amateur, derivado del latín amator, que quiere decir “el que ama” –y con esto podríamos dar por concluido el escrito –se refiere a todo aquel que cultiva o práctica un oficio, arte o deporte sin ser profesional; realizar una actividad por amor, por placer, por puro gusto.

Cuánta responsabilidad y cuan complicado nos resulta esto, pero al mismo tiempo qué honor poderlo lograr. “Por amor”, sin esperar nada externo a cambio, consciente que la recompensa es interna, independiente, acercándonos lo más posible a la esencia misma de la actividad.

Reconocernos ‘amateurs’ en cualquier actividad suele tener connotaciones negativas, un cierto rechazo/vergüenza, pero hoy quiero convencerlos que no hay mayor orgullo que aceptarse como amateur. Incluso los que perciben dinero a cambio, bien lo dijo Marcelo Bielsa: “Para ser un gran jugador profesional es necesario tener mucho espíritu amateur”.

Hace exactamente dos años decidí, en este afán –hoy desmitificado –de capacitarme mejor como “entrenador profesional”, ir a Madrid, capital mundial (para mí) del futbol. El pretexto era realizar la formación UEFA de entrenador, pero mi objetivo era convivir, rodearme, medirme con los personajes ‘punta de lanza’ dentro del mundo del fútbol profesional. Esto era mi plan, pero la vida decidió premiarme con lo que realmente necesitaba: reconectar con la esencia del deporte, con la nobleza del mundo del futbol amateur. Después de casi 20 años de vivir dentro del “perfumado” mundo del profesionalismo, la ACD Miraflor y el CD Proas me brindaron puro aprendizaje.

Recuerdo el comienzo, mis primeros días de entrenamiento; no comprendía e incluso hacía muchos corajes por la aparente falta de compromiso de varios jugadores: llegaban sobre la hora al entrenamiento, muchos permisos había que otorgar, los días de partido la cita era solamente 40 minutos antes del inicio, entre otros ejemplos. Estaba claro que yo no tenía idea de qué se trataba. Al poco tiempo, después de consultarlo con el primer entrenador (yo era asistente) me comentó que todos los jugadores, sin excepción, venían de al menos ocho horas de jornada laboral; profesores de primaria, conductores de autobuses de carga, recolectores de basura, nutricionistas, son algunos de las labores que desempeñaban. 

“Bienvenido, Isidro. Tienes el honor de entrenar a un grupo de 20 seres humanos que juegan al futbol por amor” fue lo que, a las pocas semanas de estar ahí, con mucho cariño pude aceptar.

Realmente fue invaluable el aprendizaje diario que tuve de ese grupo de personas, Cuerpo Técnico y jugadores, que después de una larga jornada de trabajo se presentaban a las 9:30 de la noche a ENTRENAR como si su vida dependiera de cada sesión, y los fines de semana competir como pocas veces he visto a futbolistas que su principal ingreso económico depende de ello. Los profesionales piensan que son la inspiración del amateur, pero déjenme decirles que no hay mayor ejemplo y evidencia por parte del amateur del cómo y el porqué un profesional debería de comportarse.

Sirve este escrito como homenaje a todas aquellas personas que practican el deporte de forma amateur; son afortunados y responsables de que el deporte siga siendo un juego, una actividad gustosa. Por más que yo me presente como “entrenador profesional”, de corazón espero nunca perder el espíritu amateur; ese del cual, tú, Juli, eres mi modelo desde hace dos años. Por siempre agradecido y en deuda contigo.

Por último, agradezco también a GRADA, Alan y Miguel por darme la oportunidad de ser parte de tan noble proyecto; un espacio donde se le otorgará al deporte y al deportista amateur poblano el lugar que merecen: el de quienes sustentan y mantienen la esencia de la actividad.