Mis últimos veinte: un libro indispensable con la firma de “Chelís”

La literatura en materia futbolística crece paulatinamente. Hace una década y media apenas si se encontraban algunos títulos en algunas sucursales de la librería que suele comunicarse vía grandes espectaculares amarillos en donde se leen frases creativas e igualmente contundentes.

También, si uno buscaba meticulosamente, a veces lograba hallar alguna obra perdida entre cientos de libros bien acomodados en los estantes de ese lugar en donde viven y conviven tres búhos rojos que nunca duermen.

Con relación a la literatura de futbol mexicano podrías encontrar un libro de José Ramón Fernández, cuya publicación data de los primeros años de los noventa, antes del mundial de Estados Unidos. Ahí, como sucedía en televisión, José Ramón diseccionaba su perspectiva del futbol mexicano, del cual ponía en duda —razonable, por supuesto— su suciedad o pulcritud.

Posterior a ese primer libro vino otro muy parecido; algunas partes fueron replicadas y otras ampliadas, adornadas con un conjunto de fotografías que dieron una narrativa visual de la trayectoria del enérgico y polémico periodista poblano.

También, entre libros y revistas, podías hallar las obras de historia y prosa de Carlos Calderón. A Carlos lo conocí en 2008 durante un módulo de un diplomado que impartió en el otrora Distrito Federal. Ahí, a unos metros del Monumento a la Revolución, escuché de su voz la valía que tiene pensar y transmitir las ideas en letras que darán lugar a enunciados y los enunciados a párrafos ricos en historia. En esas sesiones conocí un gran libro: Anecdotario del futbol mexicano. En esas mañanas de sábados otoñales comprendí que, como dice Carlos Calderón, el futbol no solamente se juega con la cabeza y las piernas, sino con papel y lápiz o bien, con un teclado y monitor.

Hoy —no por fortuna, sino por la decisión de tomar papel y lápiz o un teclado y monitor— la literatura que aborda las distintas aristas que tejen la madeja que envuelve al futbol mexicano crece mes con mes. Ahora, en las librerías físicas o en línea, encontramos títulos que referencian los orígenes de los equipos con una historia añeja y también —lo que se agradece— la visión particular de personajes que en la cercanía al terreno de juego y al vestidor aportan una aproximación a una realidad de nuestro futbol.

Una de estas aproximaciones a la realidad del futbol mexicano se halla detallada en un libro indispensable para el asiduo lector en materia deportiva o bien, para el firme seguidor del Puebla. Este libro, titulado Mis últimos veinte, tiene la firma de José Luis Sánchez Solá. 

En esta obra, que como sucede con Anecdotario del futbol mexicano es perteneciente a la colección Ediciones del futbolista, Chelís, con su peculiar estilo para comunicar ideas y conceptos, transmite la pasión, la responsabilidad, el reto y todo aquello que engloba la tarea de dirigir a un equipo sui generis como el Puebla.

En esta obra, publicada en 2020, Chelís da a conocer los pormenores de ese Puebla que una buena tarde de mayo, ante un Cuauhtémoc lleno, logra la caza de los Dorados para proclamarse campeón de la Primera A y nuevo competidor en la Primera División.

En esta obra que usted, apreciable lector, haría bien en leer en un par de horas, podrá encontrar el día a día de ese gran Puebla que campeonó en la división de ascenso y que, en el máximo circuito, triunfando en casa de los Pumas, se quedó a un puñado de minutos de alcanzar su cuarta final de Liga, la cual, no me cabe la menor duda, le habría ganado a los Tuzos del Pachuca. 

¡Ese Puebla tenía todo para aportar la tercera estrella!

Mis últimos veinte, de José Luis Sánchez Solá, es un libro que debe leerse para entenderse todo aquello que implica ser director técnico —y más que eso— de un equipo como no hay dos en México: el Puebla, el equipo de esta ciudad que se aproxima a ser otro de los octogenarios en el futbol mexicano.