Un mar de dudas llamado “la Franja”
Al día de hoy, las dudas tienen hundido a este equipo y las respuestas, por más que quieran disfrazarse con palabras vacías y semblantes relajados, no muestran en realidad un poco de esfuerzo por recuperar el rumbo.
A pesar de lo que pudiera significar para un equipo de fútbol la llegada de un nuevo director técnico, lo cierto es que el anuncio de Andrés Carevic como nuevo mandamás del Club Puebla ha sido poco más que intrascendente.
En una desolada presentación, Carevic fue revelado como el encargado de recuperar el amplísimo desorden del que sufren los Camoteros, que en un abrir y cerrar de ojos pasaron de ser un equipo competitivo a dar pena, partido tras partido.
Pero lo más sorprendente de toda la narrativa que encerró este humo blanco en las oficinas enfranjadas es que el discurso sigue siendo palabrería en automático, sin un asomo de respeto hacia la afición, dignidad deportiva o, cuanto menos, algo de carácter.
La Franja, al menos a título personal, ha dejado de causar siquiera un gramo de preocupación o coraje; actualmente, todo se resume en un equipo gris que no despierta emoción alguna y, sobre todo, que da la impresión de encontrarse completamente abandonado y a la deriva.
En la emisión de esta semana en “Franjitis”, charlamos con Emmanuel Couttolenc; un personaje íntimamente ligado a la historia del Puebla, quien de manera general coincidía con esta sensación de indiferencia en el ecosistema camotero, donde el caos es el gran jerarca.
¿A qué se aspira para este resto del torneo Clausura 2024, el cual debería terminar de una vez por todas?
¿Con qué se pretende competir en la próxima edición de la Leagues Cup, cuando en el panorama se asoman equipos como Tigres y el Inter Miami, dos proyectos de verdadero empaque?
¿Hacia dónde camina un equipo cuya máxima ambición es pasar desapercibido en cualquier competición donde se presente?
Al día de hoy, las dudas tienen hundido a este equipo y las respuestas, por más que quieran disfrazarse con palabras vacías y semblantes relajados, no muestran en realidad un poco de esfuerzo por recuperar el rumbo.
Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.
