A acabar con el chiverío
El césped del dos veces mundialista sentirá la electricidad de casi cincuenta mil almas que, independientemente de qué colores adoren, vibrarán a partir del instante en el cual Luis Enrique Santander arranque su cronómetro. Que gane el mejor.
El Club Puebla vuelve a un escenario que, aunque por mucho tiempo se volvió una rareza, hoy se ha convertido en una extraña normalidad.
Sin embargo, dentro de esa ahora denominada normalidad, el equipo de Nicolás Larcamón vivió lo que probablemente ha sido el torneo más complicado durante su gestión como entrenador poblano. "Se olvidaron de ganar" se escuchó a lo largo de los pronunciados baches de rendimiento representados en diez empates en dieciocho partidos disputados.
Pareciera que, en algún momento del campeonato, a este plantel le vendieron la idea de aquella canción del finado Vicente Fernández que dice "También me dijo un arriero. Que no hay que llegar primero. Pero hay que saber llegar".
Cuando la cuña estaba apretando a tal grado de generar el primer encontronazo entre Larcamón y la afición, la Diosa fortuna volvió a mostrarle al argentino esa sonrisa que, por momentos, ha puesto su nombre completo en todos los rincones del cuarto poder.
Un escenario eléctrico
El esfuerzo de la directiva poblana por ofrecer precios amables para los bolsillos del aficionado se pondrá a prueba esta tarde. Basta un zambullido a la hemeroteca reciente para saber que el Cuauhtémoc gusta de pintarse rojiblanco independientemente de qué esté en juego.
Por ello, el césped del dos veces mundialista sentirá la electricidad de casi cincuenta mil almas que, independientemente de qué colores adoren, vibrarán a partir del instante en el cual Luis Enrique Santander arranque su cronómetro. Que gane el mejor.