Messi: Con ganas de ganar
Messi está a 90 minutos de tocar el cielo con las manos y por fin cerrar las bocas que todavía vociferan en su contra.
Mucho se habla del compromiso que tiene Lionel en sus equipos, ya sean locales o internacionales, más allá del talento que trae desde la cuna, el pecho se le ha encendido en estos días.
En su momento se criticó mucho que no “apareciera” en las eliminatorias donde sus equipos resultaron derrotados. Algo que sabemos y a veces se nos olvida es que el aficionado, ese mal aficionado de club o jugador, se manda como “ganamos y perdiste”.
Lionel Andrés ha jugado esta Copa del Mundo enchufado, conectado a las ganas de ganar que parecía no había tenido en las copas pasadas, pero digo ‘parecía’ porque “Lio” siempre mostró lo que su juego permite, habilidad, velocidad y una inteligencia que ha ido de la mano de su entendimiento de juego.
Hay otro Lionel que cuando su selección necesitaba un cambio no le tembló la pluma y anotó en la libreta esa lista de jugadores nuevos, disponibles y que se apegaban a su idea de trabajo, aunado a la carga y descarga de apoyo para su activo más importante, Messi. El ideal de trabajo es fomentar la potencialización de tu plantel conforme a sus habilidades, y si a eso le agregas que tienes a uno de los mejores de la historia, el planteamiento se hace un poco más sencillo.
El camino de Scaloni después de lo que sea que depare el resultado de este Mundial es incierto. Sí, aún ganando el título, es incierto porque no es un estratega consumado. Ha tenido la acertada decisión de colocar a los que le permiten apoyar el juego de conjunto desde la generación de juego de su “10”. Dejó de ser la Argentina que le daba el balón a “Lio” y se abrían todos para que él hiciera. Ahora van a su encuentro, le apoyan y le ayudan, desde lo básico que es una pared o lo más complicado que es alcanzarlo y servirle como apoyo u opción de descarga.
Pero volvamos al texto sobre Messi.
Esa carga de emotividad que sus detractores decían tiene, en esta Copa ha salido a potenciarse a sí mismo. Imaginen al mejor del mundo, motivado por el título a ganar y crecido hasta el cielo para y por sus compañeros.
Este formato de Lionel Andrés lo vimos en algún momento cuando el Barcelona arrasaba en el fútbol internacional, volvió a ser joven y eso arrancó todas las posibilidades a su favor. Se motivó a ganar y trae la mochila llena de sueños, sus 40 títulos previos parecen pocos cuando la más preciada está a punto de caer. Esa que hizo leyendas fijas a muchos históricos, que la abrazaron y llevaron a sus vitrinas.
La tercera Copa para los gauchos que, fuera de la historia reciente, siempre han sido una nación de grandes futbolistas pero que los títulos se les había negado por accionar grupal; planteles llenos de figuras mundiales que no terminan de cuajar en equipo y por ende, terminaban eliminados de los Mundiales. Algunos fracasos en cancha; algunas más, derrotas nacidas desde el terrible accionar; otras pocas de “suerte” (esa que no existe y que sólo es causa de lo que se hace, pero para el bien común, digamos “suerte”). Y así ha corrido la historia para los sudamericanos.
Parece que el renacer de “Lio”, el nonagésimo renacer en su historia, lleva de la mano una gran posibilidad de cerrar un ciclo de selección con el título más deseado en las manos. Ese Messi que cuando no podía anotar los 50 goles por temporada lo tachaban de ‘acabado’ y el que más se le acercaba apenas y llegaba a 30 y era aplaudido. Aquel monstruo que anotó 91 goles en un año natural y que le inventaron un africano para contrarrestar lo que acababa de suceder y que pocos podrían entender. Este tipo que desde la nostalgia tiró de talento para generar goles tan inverosímiles como incalculables. Ese fulano que en tiros libres hizo combas maravillosas por arriba de la barrera y le aprendió a su gran amigo “Dinho” a sorprender por debajo de ella.
Este futbolista que multiplicó sus ganas de ganar y ahora en cada paso lleva a 45 millones de compatriotas y muchos más que gustamos del futbol. Él, que está a 90 minutos de tocar el cielo con las manos y por fin cerrar las bocas que todavía vociferan en contra.
Él, sólo él y sus ganas de ganar.
Y recuerden, la pelota siempre al 10.