El mítico “Mortero” Aravena
Hablar de Jorge Aravena es hacer mención de un histórico del Puebla, mismo que, por desgracia, como sucede con varios exjugadores, no es tomado en cuenta más que para paliar el descontento de una afición que, en muchos casos, no ha visto al equipo campeón.
Ayer por la mañana pasé algunos minutos viendo las publicaciones que el algoritmo de Facebook había decidido que revisara. Vi, entre otras cosas, la mofa que los medios de comunicación tradicionales hacían con relación a esa imagen en la que interactúan Miguel Layún y Jonathan Rodríguez. Vi, para mi disgusto, que algunos medios de circulación nacional que antes poseían credibilidad sustentada en un tratamiento riguroso de la información, hoy se mueven en las peligrosas olas del infoentretenimiento. Podría esperarlo del otrora hermano de Tv Notas, ¿pero del resto?
¿En qué momento un medio de comunicación serio dejó de serlo para priorizar la ganancia de likes e interacciones en la plataforma del pulgar arriba? No lo sé. Pero seguramente, de eso ya hace mucho tiempo.
Tras negar con la cabeza, para dar forma teatral a mi incomodidad, mis ojos se detuvieron en una publicación en la que aparecía Jorge Aravena. Leí con detenimiento dicho post y la verdad es que me dio gusto saber que el “Mortero” está en Puebla. No me sorprendió porque él, casi cada par de años, viaja desde Chile hasta la ciudad que a finales de los ochenta lo vio triunfar, aquella que le celebró cada zurdazo que terminó por estremecer la red.
Ver al “Mortero”, aunque sea en una imagen, me hizo recordar que el tiempo es el único que pone a cada quien en su lugar. El chileno, a pesar de se haberse ido de Puebla hace más de treinta años, se mantiene como el emblema del equipo. Eso dice mucho de cuanto hizo él en su paso con la Franja como jugador y luego como entrenador, pero también dice mucho del equipo que, en larguísimas tres décadas, no ha hallado a un símbolo como el diez de pegada poderosa; mucho dice también del club el hecho de que en treinta años se siga recurriendo a un capítulo glorioso para conectar con una afición que, en muchísimos casos, jamás ha visto al Puebla levantar los brazos para festejar un campeonato.
Escribir sobre el “Mortero” es encadenar palabras e ideas de un jugador que ganó todo con el Puebla.
Jorge Orlando Aravena Plaza llegó a la Angelópolis por petición de Pedro Soto, personaje con quien hace un par de años tuve una charla larga y aleccionadora. Usted, apreciable lector, se sorprendería de saber cómo y por qué se vistió de azul y blanco el “Mortero”. Pero eso, eso y otras cosas más las conocerá a principios del próximo año.
Escribir sobre el “Mortero” es convertir la nostalgia en enunciados que bien podrían ser mitologías. Jorge, con su playera blanca de la marca Pony, de un algodón que pesado se hacía cuando absorbía las gotas de sudor, pudo ser el primer campeón de goleo de la Franja, sin embargo, una lesión del chileno y un extraño repunte goleador de Patricio Hernández del Cruz Azul, relegaron al “Mortero” en la carrera por el liderato de anotaciones.
Confeccionar esta columna con Jorge Aravena como protagonista implica hacer uso de una buena memoria y agilidad para concatenar fechas, partidos e historias. Él, porque así lo puedes comprobar si aún tienes una antiquísima VHS, o bien si buscas en Youtube la final ante Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, comandó junto Javier Hernández y Carlos Poblete la épica remontada. Él, en aquella noche dulce de mayo, fue uno de los generales que lideró al equipo, que lo llevó a ganar su segunda y última estrella.
Hablar de Jorge Aravena es hacer mención de un histórico del Puebla, mismo que, por desgracia, como sucede con varios exjugadores, no es tomado en cuenta más que para paliar el descontento de una afición que, en muchos casos, no ha visto al equipo campeón.
Este viernes por la mañana, Jorge Aravena estará en la presentación del segundo libro que publica la actual directiva del equipo, mismo que por nombre lleva Leyendas enfranjadas. Ojalá que esta obra, que al momento de escribir esta columna desconozco si tiene autor o si fue redactada por un ghostwriter, le rinda justa dimensión a lo hecho por el “Mortero” y otras figuras; y que la misma no sea solamente un recurso para hacer mención de los momentos áureos del equipo y no de su presente deslucido.