Dos selecciones del mismo país
Para nadie es un secreto que el “Tricolor” futbolero lleva casi tres años de opacidad, mientras que la selección mexicana de basquetbol, en cambio, se encuentra en un buen momento porque tiene la sapiencia que aporta la experiencia de jugadores consolidados.
No pretendo calificar a una como mala y a otra como buena porque hacerlo implicaría realizar un juicio, además de sesgado, pobre e imprudente.
Lo que pretendo con este texto tampoco es descalificar a una y alabar a otra porque en los deportes, como en cualquier faceta de la vida, no hay blanco y negro sino una escala cromática que representa una amplia cantidad de variables para tomar en cuenta.
El objetivo de esta columna semanal, llanamente, consiste en contrastar algunas de las diferencias que presentan las selecciones nacionales mexicanas de los dos deportes que más se practican en nuestro país: futbol y basquetbol.
El “Tricolor”, por el momento dirigido por Jaime Lozano, llena cada estadio que visita en Estados Unidos, sede de la Copa Oro. Este torneo, a pesar de tener un nivel bajo de competencia, endémico de la Concacaf, le ha representado a México tener algunos contratiempos, entre ellos, la derrota ante Qatar.
Para nadie es un secreto que el “Tricolor” lleva casi tres años de opacidad. Pocos podrían refutar que esta selección tuvo un retroceso y que hoy, por más que incomode a directivos y jugadores, el pronóstico no es nada alentador para el mundial de 2026. Esta selección se perdió en algún momento de la era de Gerardo Martino y ahora no halla cómo salir de ese laberinto de derrotas y partidos insípidos en el que transita en su día a día.
Para esa selección hay todo el apoyo de patrocinadores y medios de comunicación. Para esa selección existe toda la proyección que brindan los canales de televisión abierta o restringida. Esta selección acapara la atención de un aficionado al que apenas si saludan a la distancia y con parquedad cuando lo ven acercarse para pedir una firma o una fotografía para atesorar.
La otra selección mexicana, la de basquetbol, hoy se encuentra en Puebla. El equipo dirigido por Omar Quintero se encuentra en la Angelópolis como parte de su preparación rumbo a la Copa del Mundo de la FIBA, misma que se realizará en Asia desde finales de agosto y hasta mediados de septiembre.
La selección mexicana de basquetbol, a diferencia del “Tricolor”, se encuentra en un buen momento porque tiene la sapiencia que aporta la experiencia de jugadores consolidados como Orlando Méndez, Paco Cruz, Gabriel Girón y Jorge Gutiérrez, entre otros, y, por otra parte, posee el ímpetu y las ganas de trascender de una joven generación que se forma a partir de hombres como Iván Montano, Gael Bonilla y Moisés Andriassi.
Esta selección vive un buen momento porque, a falta de unas cuantas semanas para afrontar un Mundial, de los veinte jugadores que compiten por ganarse un lugar de los doce disponibles para viajar a la máxima competencia de la FIBA, no hay quién esté de más. Todos compiten al parejo; aquí no hay jugador que no deba estar.
Esta selección mexicana no tiene los reflectores que acapara la otra, sin embargo, tiene todo el apoyo de una gran afición, misma que hoy, en Puebla, se lo ha hecho notar en cada oportunidad. Ellos están cercanos a su gente; ellos no rechazan posar para una foto y jamás dicen no a firmar un balón; ellos son profesionales que saben que esos detalles no se deben descuidar.
Si una selección tuviera la humildad bien entendida que tiene la otra y si esta otra tuviera el apoyo de la primera, quizá la columna de este día abordaría otro tema.