Sin descenso, equipos como Puebla no generan interés
La Liga MX terminó con el ascenso y descenso y de pronto, de un torneo a otro, quienes seguimos el futbol mexicano perdimos la oportunidad de ver las siempre interesantes y dramáticas batallas por la salvación.
Sucede todo el tiempo que un hecho objetivo —lo que pasa, sin interpretaciones— es alterado cuando se percibe, cuando es interpretado por alguien que, aunque se esfuerce, jamás podrá dejar de ser subjetivo. Una cosa es y sucede, mientras otra se entiende, piensa y se manifiesta.
Expuesto esto, debo señalar que hace algunos años, cuando la Liga MX decidió terminar con el sistema de ascenso y descenso —lo objetivo, lo que realmente pasó— pensé —lo subjetivo y, por ende, tendente al error— que esto le vendría bien al futbol mexicano; supuse equívocamente que los dueños de los equipos que tradicionalmente están en la parte baja de la tabla, ya sin el riesgo de un descenso que devaluara el precio de su club, optarían por invertir de mejor manera en el armado de sus plantillas y, por consecuencia, éstas, ya en el terreno de juego, darían mayor espectáculo porque ya no estarían en peligro de caer a la división inferior; pensé que con la carencia de riesgos y penalizaciones deportivas podríamos ver a equipos con más soltura, lo cual otorgaría mayor competitividad a la Liga MX.
Pero me equivoqué rotundamente. Mi interpretación falló.
La Liga MX terminó con el ascenso y descenso y de pronto, de un torneo a otro, quienes seguimos el futbol mexicano perdimos la oportunidad de ver las siempre interesantes y dramáticas batallas por la salvación que protagonizaban equipos como Puebla, Querétaro, Necaxa y extintos clubes como Jaguares, Lobos BUAP y Veracruz, así como algún equipo poderoso que, por consecuencia de malas campañas, estuviera en riesgo de caer.
También, de un torneo a otro, como espectadores perdimos la oportunidad de ver la contienda por el ascenso, que incluía el posible retorno de algún histórico como Atlante o Leones Negros o bien, el primer ingreso a la máxima categoría de equipos de provincia que le daban un sabor especial a una liga que ahora es insípida, mas no inolora porque vaya que tiene una fragancia repulsiva, propia de la mediocridad.
Y son precisamente estos clubes y sus aficiones los principales perjudicados ya que ellos, más que perder, fueron despojados de una recompensa que se ganaba en la cancha.
El riesgo de descender tenía algo especial, pues era algo así como la batalla propia que un puñado de equipos tenía que afrontar. No diré que me gustaba ver cada año al Puebla en severo riesgo de caer a una división en la que, de jugar, no se tenía certeza de sobrevivencia.
¿Cuántos equipos bajaron y no solamente no regresaron, sino que desaparecieron?
Eso pudo pasarle a la Franja, mas no pasó.
Sin embargo, el riesgo latente de descender propiciaba que los equipos, incluido Puebla, jugaran por algo, esto con sus fortalezas y limitantes. Al momento de ser escrita esta columna, equipos que no van a campeonar, como es el caso del club camotero, poco les interesa enfrentar a casi cualquier rival de la liga.
¿Para qué esforzarse o preocuparse si no ganarán un título, pero tampoco recibirán un castigo deportivo?
¿Quién diría que hoy, al paso de algunos años, extrañaríamos el sistema de ascenso y descenso?