Los dueños anónimos del Puebla
Durante los setenta y los ochenta, personajes del rubro privado y otros del público, —entiéndase gubernamental— tenían intereses en Puebla, sin embargo, difícilmente alguien asumió de manera oficial la propiedad del equipo.
Hace algunas semanas platiqué con un exjugador del Puebla. Mi objetivo no era otro, sino conocer algún detalle digno de contar en un proyecto que pronto verá la luz.
Este personaje de pasado en las canchas y también de presente, aunque en un ámbito diferente, me narró algunos temas interesantes y otros intrascendentes de un Puebla muy débil, de un equipo que apenas si consiguió algunos puntos en una aciaga temporada de hace algunas décadas.
La plática era amena hasta que pregunté sobre un tema que, sin ser escabroso, tampoco era fácil de abordar. Era un tema, digamos, incómodo, pero no tanto como para poner en riesgo la continuidad de la conversación.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando dicho personaje de pasado camotero me soltó una frase que, a pesar de que ya pasaron algunos días, ésta todavía retumba en mi cabeza: “de ese tema no quisiera hablar. Yo cumplía una función y por ella me pagaban más o menos puntualmente. Desconozco quién o quiénes eran…”
¿Qué pregunté? Esto cuestioné:
“¿Quién era el dueño del Puebla en tu época como jugador? No hubo tiempo para agregar un comentario. Él, de pronto, solamente me dijo: “bueno, aquí le paramos. Nos vemos después”. Silencio y nada más.
Pensé durante varios minutos cuál podría ser la razón de la incomodidad que, con un silencio punzante, este exjugador exteriorizó. De idea en idea, pasé a toparme con una verdad que históricamente no se ha abordado con rigor periodístico y precisión: ¡pocas veces se ha tenido certeza respecto a quién es el dueño del Puebla!
Esta duda llegó a mí y no me dejó más en paz. Pronto realicé un ejercicio de memoria y otro hemerográfico, este último, extenuante, por supuesto. Tras varias horas de revisar, leer y trazar una línea de tiempo, llegué a una obviedad que suele pasar desapercibida: ¡la Franja casi siempre ha sido un equipo sin dueño visible!
Durante los setenta y los ochenta, personajes del rubro privado y otros del público, —entiéndase gubernamental— tenían intereses en Puebla, sin embargo, difícilmente alguien asumió de manera oficial la propiedad del equipo.
En los noventa —lo que seguramente es algo único en el futbol a escala mundial— la Franja pasó por numerosas manos, muchas de ellas anónimas y algunas acostumbradas a indicar qué y cómo se hace cada cosa en el balompié nacional. En esa época a la que hago referencia, el equipo pasó de ser propiedad de empresarios locales a un club administrado por una personal ligada a los medios de comunicación escritos —por orden de una empresa de televisión—; de ahí el club se convirtió en el hobby para dos hermanos alemanes y, tras un periodo cortísimo, se transformó en un incómodo activo para un hombre de negocios del rubro hotelero.
Podría seguir refiriendo a los dueños, probables dueños o administradores del equipo de esta ciudad, pero faltaría espacio para hacerlo. Sin embargo, a manera de conclusión de esta columna, puedo asegurar que en todos estos años pocas cosas han cambiado, puesto que, con certeza, ahora que estamos en 2024, no se sabe quién es el dueño real del Puebla.
¿Cuál es la razón del histórico anonimato?