El triste aniversario de El Relicario: más de 2 años sin corridas de toros
Hoy en su cumpleaños número 36, la plaza de toros “El Relicario” de Puebla vive una conmemoración triste con sus puertas cerradas y el cúmulo de más de dos años sin escuchar los ansiados “olés".
Los recuerdos se agolpan y como suelen decir por ahí: “éramos felices y no lo sabíamos”. Durante más de tres décadas Puebla tuvo una plaza de toros que cumplió en una primera etapa con la función vital de resurgir la fiesta brava en la ciudad y de posicionarla en el ánimo de la afición taurina de la Angelópolis, que hasta entonces había visto ir y venir plazas portátiles que no echaban raíces desde la demolición del añorado e irrepetible Toreo de Puebla a mediados de la década de los setenta.
Desde aquella primera tarde del 19 de noviembre de 1988, cuando hicieron el paseíllo David Silveti, Jorge Gutiérrez y Vicente Ruiz “El Soro”, ante toros de Reyes Huerta, la afición se volcó y las corridas de toros volvieron a estar de moda en la cuarta ciudad más importante de México.
Los dos primeros carteles de aquel primer fin de semana de la recién erigida plaza, fueron de postín. El ya referido elenco que partió plaza el sábado 19 de noviembre de 1988, y al día siguiente, el domingo 20, otro cartel de época conformado por Manolo Martínez, José Miguel Arroyo “Joselito” y Manuel Lima, con un encierro de Javier Garfias.
Y aquí vale una digresión. Aquel monstruo del toreo en México que fue Manolo Martínez, había sido uno de los últimos toreros que se presentaron en El Toreo de Puebla, poco antes de su demolición en mayo de 1974. Para su regreso a Puebla, en una plaza en forma, ya había corrido mucha agua sobre el río y el mandón de la fiesta estaba de regreso después de su primera despedida de los ruedos en mayo de 1982, de la que decían los propios martinistas, no debió volver.
Como quiera que sea, con esa envergadura de carteles, el primer año de vida de El Relicario auguraba grandes épocas.
Por reglamento, la empresa que encabezaba don José Ángel López Lima se veía obligada por el gobierno de Puebla, en aquel momento de Mariano Piña Olaya, a dar cierto número de festejos a cambio de la cesión de terrenos por diez años.
“Ya habíamos hecho empresa en Veracruz y Tlaxcala, pero fue tal el éxito de la feria de Puebla de 1988, que a mi papá lo convencen de construir la plaza”, recordó con emoción para GRADA el también empresario y ganadero, Miguel Ángel López Zamora.
Durante esa primera temporada, la empresa Espectáculos Taurinos de Tlaxcala dio 7 corridas y 2 novilladas.
“Teníamos el convenio con el gobierno estatal de manejar la plaza por diez años, pero el cobro de impuestos y demás condiciones fueron cambiando las cosas y nos fuimos por primera vez en 1996”, detalló López Zamora.
Varias administraciones
José Ángel López Lima regresaría años más tarde a administrar la plaza, que en medio tuvo al frente a don Alberto Ventosa y por un lapso más corto a Manolo Tirado.
En su regreso a la administración de El Relicario, don José Ángel y su empresa innovaron con los viernes taurinos que fueron muy socorridos y aficionaron a una nueva generación de jóvenes poblanos.
“Los estudiantes de la UDLAP nos hicieron un estudio socioeconómico que nos arrojó algo muy interesante: los jóvenes preferían el viernes por la noche antes de irse de fiesta y volver a sus ciudades el sábado. Lo curioso fue que los trabajadores poblanos también querían ese horario, ya que el fin de semana era para compromisos sociales y familiares. Por ello fue todo un éxito el viernes taurino en Puebla”, recuerda Miguel Ángel López.
El empresario y ganadero, don José María Arturo Huerta, le entró al quite y recibió la estafeta de seguir dando toros en El Relicario. Posicionó a la plaza como una de las más importantes de la provincia y mantuvo el ritmo constante de actividad taurina en la ciudad de Puebla durante algunos años más.
Lamentablemente, administraciones posteriores ya no pudieron sostener el paso y El Relicario fue perdiendo casta y bravura hasta que prácticamente no dio más corridas, sin necesidad de temas abolicionistas.
El verduguillo de la progresía
A raíz de la suspensión otorgada por el Juzgado Cuarto de Distrito, a favor de los amparos promovidos por organizaciones animalistas previas a la feria de 2023, en El Relicario no se han vuelto a dar toros.
La reapertura de El Pinal de Teziutlán o de la Nuevo Progreso en Guadalajara, albergan la esperanza de lograr algo similar en Puebla para que El Relicario vuelva a latir.
La labor de Tauromaquia Mexicana ha sido crucial en todas las batallas ganadas, pero actualmente está en proceso otro giro en la trama que podría complicar todo y modificarlo para siempre: la propuesta de los legisladores de una iniciativa secundaria para realizar corridas de toros incruentas.