Trascender
Sé que tú y tus jugadores están mentalizados en hacer una fase final espectacular y deseamos con el alma que este certamen es aquel donde esa “Identidad Puebla” se consolidó.
Quiero decirte que mi padre siempre me contó que el Puebla era un equipo histórico, de renombre, que todos los equipos lo trataban de evitar en los ochenta. Recuerdo pasajes de aquel campeonísimo de 1990, sé que sufrí el subcampeonato de 1992, que lloré de felicidad al pisar el Cuauhtémoc en 1993 y que para 1995, ver entrenar al equipo junto a Toño Alonso, entonces jugador de la Franja, era un sueño cumplido. Sabía que le iba a un equipo ganador y más cuando la melena rubia de “Zico” embellecía cada tarde del Cuauhtémoc.
Para 1999, uno se comenzó a cuestionar el sufrimiento. ¿Valía la pena enojarse cada semana con una plantilla que no se rompía el alma por la Franja? Claro estaba, del club se es siempre, hay unos nombres que van, vienen y que nadie se acuerda de ellos, pero unos que se quedan y se incrustan en lo más profundo del corazón; uno de ellos es el tuyo, Nicolás Larcamón.
Has cerrado tu cuarto torneo regular al frente del equipo. Si somos simplistas, resultadistas y nos vamos a las meras estadísticas, los números son bonitos, has ganado 100 puntos, nos has clasificado a todas las fases finales incluyendo dos cuartos de final y una semifinal. No te mentimos cuando decimos que previo a tu etapa, en Puebla nos conformábamos con un buen torneo, con soñar en clasificar a una Liguilla. En 2001 con Mario Carrillo y en 2009 con Chelís, Puebla nos dio esa oportunidad de ilusionarnos con algo más que migajas. Pero ahí quedó, en ilusión.
En los cuatros torneos previos a tu llegada, apenas se habían alcanzado los 81 puntos y no se clasificó a ninguna fase final. El mejor torneo fue el Clausura 2019 con 24 puntos, cuando José Luis Sánchez Solá llegó en sustitución de Enrique Meza. En el último partido se perdió la oportunidad de trascender y vino el mazazo de realidad.
Y es que, aunque no lo creas, Nico, cuando pasábamos las buenas rachas, sabíamos que el agua volvería a su cauce, que Puebla seguiría siendo ese equipo gitano, con problemas directivos, adeudos, donde los jugadores no querían estar y que ser enviado a la Franja era poco menos que un castigo. Todos veían al club como de esos “patitos feos” de la Liga MX que si desaparecía nadie se iba a inmutar. Sí, nosotros defendemos a capa y espada que somos un equipo histórico, bla bla bla, pero lo cierto es que no llegábamos ni a ser el ‘uno más’ de Primera División.
Es aquí en donde tu trabajo cobra un valor superlativo, Nico. No solo has clasificado a Puebla a todas las fases finales posibles, nos ha devuelto la identidad, nos has regresado esas noches de privilegio que pensábamos que nunca más volverían, nos alejaste de una vez por todas del descenso, nos has ilusionado, nos has prometido y vaya que has cumplido. ¿Sabes algo, Nico? A veces cuando en otros estados me preguntaban a qué equipo le iba, estaba preparado para la burla, para la humillación. Hoy por supuesto que se siguen sorprendiendo que alguien en CDMX le vaya al Puebla, pero todos refieren un “qué bien juega el Puebla de Larcamón; lo quiero para mi equipo”.
Tú y yo sabemos que esto suena muy bonito, que los números engalanan tu paso por la Liga MX y que tu laburo se recordará por muchos años pero, Nico, el aficionado enfranjado está ilusionado con tu Franja. Sé que tú y tus jugadores están mentalizados en hacer una fase final espectacular y deseamos con el alma que el Apertura 2022 sea enmarcado como el torneo en el que se trascendió, el certamen en donde esa “Identidad Puebla” se consolidó y que cerremos con más noches de privilegio en el Cuauhtémoc. ¡Qué así sea, Nico!