GRADA Opinión

Cruz Azul y su drama

Desde que tengo uso memoria, irle al Cruz Azul hace que el tiempo se mida en “horas drama”. Con el nervio a flor de piel en cada partido, la playera celeste ha sido sufrida, pero bien gozada.

Jesús
Jesús Olmos

Actualizado: 7 OCT 2022 - 1:52

Cruz Azul y su drama
Arte: GRADA

Con la gigantesca alegría de “la Novena”, ese título soñado por tantos años, muchos de los aficionados celestes pensamos, ilusamente, que finalmente llegaría la estabilidad. El título supuso para muchos de nosotros, el fin a la ansiedad que se había colocado en el ADN de este equipo y soñamos que se enmarcaría el inicio de una nueva época de gloria celeste.

Nada más alejado de la realidad. Aquel plantel soñado y repleto de estrellas, poco a poco, fue desmantelado y terminó por consumirse. Entre dolorosas salidas, simulación directiva, historias no contadas y medias verdades, el cisma se fue acumulando en la grada.

Se llenaron los periódicos deportivos de rumores sobre un vestidor roto; se contaron historias sobre pugnas entre los líderes, había dinamita en cada resultado, la plantilla parecía fracturada y su descontento casi lo pudimos palpar desde el televisor.

Desde que supo a lo que sabe ganar, el aficionado de Cruz Azul no quiso escuchar más apuntes de filosofía sobre los resultados. Se puso a mirar de nuevo al futbol copado de la pasión que despierta este deporte, ávido de nuevas ilusiones. Dejó a un lado toda la palabrería sobre el aprendizaje que deja cada caída para luego reincidir. Fue entonces que se supo traicionado.

Desde que tengo uso memoria, irle al Cruz Azul hace que el tiempo se mida en “horas drama”. Con el nervio a flor de piel en cada partido, la playera celeste ha sido sufrida, pero bien gozada.

Desde los Hermosillo y Palencia, los Latorre y Camoranesi, los “Chelos” y Figueroa, “Chaco” o Corona, “Santi” o “Cabecita”, el equipo contadas veces ha dejado de ser protagonista de la Liga y hasta de una Libertadores.

Desde aquella tarde contra Necaxa en la temporada 94-95, desde entonces y con pequeños oasis, irle a la Máquina ha sido un sufrir constante, pero siempre se ha caído con orgullo, sin excusas, sin buscar terceros culpables.

Este semestre inició con un título que ilusionaba a todos, pero ya en el torneo el equipo se fue cayendo hasta la derrota ante América. El 7-0 liquidó la credibilidad del proyecto del ingeniero Velázquez y exacerbó el resentimiento que generó que el rival odiado fichara al último ídolo de “la Novena”.

Desde ese fin de semana, el Cruz Azul, la otrora Máquina Celeste, ha batallado para recuperar esa credibilidad perdida, mientras un sector de la afición encontró en un par de jugadores a los culpables de la debacle.

El equipo llega a este fin de semana con un 11 casi recién descubierto, una columna vertebral medianamente asentada, un par de jóvenes que comienzan a madurar, Baca y “Cata” disponibles (mientras hay un injusto castigo a Jurado) y la opción de situarse en otra liguilla para dejar atrás los sinsabores de esta temporada.

Veremos que cara presenta el cuadro que dirige Raúl “Potro” Gutiérrez contra León, si aquel equipo dubitativo y temeroso que acabó con la era Aguirre o este que parece ir creciendo, que dio golpes anómicos ante rivales de autoridad y que aparte de todo exhibe garra, porque el plantel es el mismo.

Gracias

La noche que presentaron Grada, Miguel Caballero me dijo que esta sería mi casa cuando “puedas, quieras y creas”. Camino a casa me dije, pues creo que yo puedo, yo quiero y, pues le voy a Cruz Azul, yo sin ninguna duda creo, entonces acepté y acá estoy para hablar de la Máquina y de mi otra pasión, la lucha libre.

Gracias a Miguel y a Alan Núñez por este espacio, donde todos quieren estar, incluido yo.

Sobre el autor

Jesús Olmos
Jesús Olmos

Periodista en Puebla y Veracruz.