La identidad, ¿existe en México?
La otra identidad, la que molesta e interrumpe cualquier proceso, es la identidad del periodista y de los federativos y de los millones de entrenadores de sofá que saben exactamente lo que hay que cambiar y hacer mejor que el que está preparado por años y que vive de ello.
Mucho se habla en los últimos días sobre la identidad que debe tener el equipo nacional, pero ¿tenemos identidad? La actitud reaccionaria en el campo no es identidad, es un “corre, que nos persiguen” o “corre para alcanzarlo”. Dudamos si la nacionalidad influye en la identidad, por supuesto que no, cuando la hay. ¡Ojo aquí!
El discurso de elección de timonel nacional se basa en muchos argumentos políticamente correctos, pero con poco y nada de fondo. Que si es nacional o extranjero; que si hay identidad a la que apegarse; que si el sistema de juego; que si los jugadores; que si esto o lo otro…
Para iniciar, en la estructura del equipo nacional se debe plantear el cómo se trabaja en inferiores. Hay equipos que compiten en niveles menores pero no hay formadores que ayuden a los menores a ser tipos felices en el campo; les enseñan que deben ganar y golear, y que eso les dará dinero. Esta es la principal regla del fútbol, “juega para que salgas de pobre” o “juega para que no tengas que trabajar”, o algunos argumentos más que van por lo mismo. Ejemplo así es el ‘mercado talachero’ en el futbol amateur. Algunos, muy buenos; otros, sólo mercenarios que corren para no trabajar.
Antes de llegar a la identidad hay que entender que los futbolistas deben formarse para entender el futbol y querer ser futbolistas, vivir alegres dentro de la cancha y que, producto de esta alegría en el juego, permitan potenciar sus habilidades.
La identidad en México no existe. En los últimos 8 Mundiales hemos tenido 7 entrenadores tan distintos el uno del otro que la prerrogativa de la “identidad” se anula automáticamente. El futbolista mexicano es adaptable, puede jugar de acuerdo a un orden establecido por el entrenador y específicamente con trabajo de por medio.
No podemos comparar en ningún momento a los últimos entrenadores mundialistas. En cuestión de gustos cada quien dirá quién le pareció mejor: Mejía Barón, Lapuente, Aguirre, La Volpe, Herrera, Osorio y Martino, todos ganaron Copa Oro; todos, solamente Lapuente ganó la ‘copa servida’ en México en 1999. Así que este punto quita el tema de “debe ser ganador”. Por la zona y la competición, ganaron lo que tenían que ganar.
Los futbolistas, tan distintos desde 1994 hasta 2022, los perfiles, capacidades técnicas y tácticas de todos los que han pasado en estos, aproximadamente, 30 años (contando la parte preparatoria de 1994) determinan la formación del estratega en turno. Si analizamos las etapas, en su momento estaba Campos y han pasado Pérez, Ochoa, Sánchez, Ríos, y todos en sí son distintos; no es lo mismo Ramírez Perales que Márquez o Araujo; no hay “Temo”, no hay Ramón ni Galindo; no hay Marcelino, no hubo Edson y, ahora sí, tuvimos a Hermosillo y Peláez, al “Matador”; hoy está Raul y Lozano, en generaciones de futbolistas no hay comparativos porque no hay identidad.
El contención mexicano es…; el defensa tricolor se caracteriza por…; el centro delantero nacional tiene…; el enganche, el 10, el que mueve al equipo se distingue por…; no hay identidad, se debe partir desde el entrenador y su forma de trabajar, la capacidad para adecuarse a la necesidad de cambio constante que te pide el juego mismo.
Debemos priorizar al futbol como identidad, la adaptabilidad del jugador al sistema de juego; si es con 5 atrás, o 4, o línea de 3; tener futbolistas con plenitud de capacidad para aceptar los 3 parados. Si se debe jugar con doble contención o un enganche, o con “9” o sin él.
La otra identidad, la que molesta e interrumpe cualquier proceso, es la identidad del periodista y de los federativos y de los millones de entrenadores de sofá que saben exactamente lo que hay que cambiar y hacer mejor que el que está preparado por años y que vive de ello. Entender la realidad de nuestro futbol, limitantes y oportunidades es el primer paso para crecer realmente.
Y recuerden, la pelota siempre al “10”.