SPF: Síndrome Pre Franja

Pasan los años y el sentimiento es el mismo: los días previos a un partido importante de la Franja son de una carga emocional que es muy difícil de explicar y para las personas que están a mi alrededor, aún más duro de entender.

La semana va más o menos así:

Lunes

Ya que salgan esos malditos horarios. Ojalá que nos toque jugar en domingo, porque si es el sábado le voy a tener que cancelar mi asistencia a la boda a Claudia y Pepe (sí, ya se que soy padrino, pero la vida es muy corta como para no establecer prioridades en ella).

Martes

¿Cuántos días faltan para el partido? Caray, la espera del repechaje es larguísima, no hay como los encuentros de ida entre semana para deshacerse de estos nervios.

 

Miércoles

¿Alguien me haría el favor de decirle al América que no estén jodiendo a Israel Reyes? Además, “Isra” está para jugar en Europa, no en Coapa.

 

¿Santander a pitar en el Cuauhtémoc? ¿A quién se le puede ocurrir semejante barbaridad? Aunque, bueno, la última vez que pitó un Chivas vs Puebla no nos fue nada mal. Vamos a darle el beneficio de la duda.

Jueves

Imagino el partido, la alineación que mandará “Nico” a la cancha, las gambetas de Cortizo, el manejo de Mancuello, el pundonor de la defensa, la identidad Puebla y hasta los goles de Barragán.

Viernes

Ayer soñé con el Cuauhtémoc a reventar apoyando a la Franja. Quizás no fue un sueño; tal vez fue un recuerdo de aquel 26 de mayo de 1990, cuando le cascamos 4 a los “Leones Negros” y levantamos nuestro más reciente título de liga. Corro a YouTube para refrescar esta memoria un tanto afectada.

Sábado

–Roberto, ¿ya elegiste tu atuendo?

–No, Dany, no sé si ponerme la playera retro de Ruiz Esparza o la azul marino de visitante que tanto me gusta, la de esta temporada es un rotundo “no”, esa franela está embrujada, no puedo, soy un hombre de cábalas.

–Me refiero al atuendo de la boda, no seas animal.

–Escógeme un traje, el que sea, no es una decisión tan complicada.

Domingo

“Ojo pelón” a las 6:25 am. Ni siquiera Luciana, mi hija de 4 años, ha despertado. Los nervios me corroen y comienzo a hacer algo de ruido para que la pequeña me acompañe en mi agonía. Misión fallida. 

Saco a pasear al perro, que tampoco está muy de acuerdo en el horario, pero uno no puede discutir demasiado si lo llevan arrastrando por la calle con una correa y un collar.

Hora del encuentro

La señal de la cruz. 90 minutos (o más) del verdadero sufrimiento.