GRADA Opinión

Larcamón y el Coliseo romano

Larcamón ha tomado una decisión sensata, sana y respetuosa. Ahora, tanto él como la afición que tanto lo quiere y extrañará, son libres. Y volverán a verse. A vernos. No tengo la menor duda. But not yet.

Miguel
Miguel Caballero

Actualizado: 10 NOV 2022 - 2:02

Larcamón y el Coliseo romano
Arte: GRADA

En la escena final de Gladiador, con el mítico Coliseo de Roma de fondo y ya en solitario tras la pelea en la que Máximo (Russell Crowe) pierde la vida después de cobrar venganza ante Cómodo (Joaquin Phoenix), el entrañable Juba (Djimon Hounsou) evoca una de las frases más memorables de esa maravillosa cinta:

Now we are free. I will see you again. But not yet. Not yet.

“Ahora somos libres. Volveré a verte, pero aún no. Aún no”. 

La era de Nicolás Larcamón al frente de la Franja, como era de esperarse, llegó a su fin. 

La despedida del club, tanto en redes sociales como en el comunicado oficial, dejó muy claro el mensaje: fue el técnico argentino quien decidió poner fin a la relación, tras dos años de bonito y emocionantísimo romance.

Fue en agosto pasado cuando, de su propia voz, Larcamón puso en entredicho su futuro en Puebla; esto, tras ser abucheado por parte de un sector de la afición que, en aquel entonces, reclamaba una seguidilla de empates (malaria que, en lugar de curarse, fue creciendo y creciendo a lo largo del torneo). 

Lo que nadie podía suponer era que aquella racha irregular y aquel ‘calentón’ de Larcamón –un arrebato entonces entendible, por supuesto– concluiría con uno de los ridículos más grandes en la historia del club –y eso que vergüenzas hay para coleccionar– como fue la eliminación ante América; un capítulo que, sin lugar a dudas, no define en lo mínimo su gestión, pero que sí se convirtió en pieza clave de un adiós a todas luces inevitable. 

Entre otras cosas, a Larcamón se le agradece la construcción de un equipo –en toda la extensión de la palabra –sustentado en la dignidad y la competencia; y que además de ello, no en pocas ocasiones desplegó un futbol atractivo, ilusionante y, a juicio de muchos, envidiable.

También, la devolución de la fe y la alegría a una afición cansada de ver desfilar por la institución a un sinfín de miserables (en la cancha, en los vestidores, en las oficinas y en los palcos) cuya única misión, además de dar a entender que hacían un favor estando en ella, era sangrar a la institución, inflarse las carteras y, con eso, calmarse el hambre y maquillarse los complejos.

Asimismo –aunque eso se lo agradece más el dueño —el colocar a la Franja en la narrativa del futbol mexicano y, con ello, hacerlo un producto mucho más apetitoso en esta voraz industria.

Sin embargo, con la libertad que me confiere este espacio, a la lista de agradecimientos le agrego el que Larcamón decidió hacerse a un lado. Hay heridas que tardan mucho tiempo en curarse; y algunas, más del que quisiéramos.

Lo que el proyecto larcamonista no necesitaba ni merecía eran pretextos para agravar la tensión y el discurso ventajista; que una serie de resultados complicados en el siguiente torneo obligarán a largarlo por la puerta de atrás.

Larcamón ha tomado una decisión sensata, sana y respetuosa (primero, para con él mismo; en consecuencia, con el club y los enfranjados). Ahora, tanto él como la afición que tanto lo quiere y extrañará, son libres.

Y volverán a verse. A vernos. No tengo la menor duda. But not yet.

Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.

Sobre el autor

Miguel Caballero
Miguel Caballero

Director Editorial de GRADA. Cuenta con 10 años de experiencia en medios de comunicación. Ha cubierto torneos oficiales de FIFA como Copa América y Copa Confederaciones, entre otros. Coautor de los libros "Puentes" y Escribir es un ensayo".