GRADA Opinión

Gracias, adiós y hasta nunca

No es de mala gana el “hasta nunca”. Con el crecimiento que tuvo Nicolás, es poco probable, salvo extremos fracasos adonde quiera que vaya, que pueda volver a dirigir a la Franja. Hoy toca fría y tranquilamente: “Gracias, adiós y hasta nunca”.

Antonio
Antonio Palomino

Actualizado: 14 NOV 2022 - 8:44

Gracias, adiós y hasta nunca
Arte: GRADA

La sorpresiva renuncia de Nicolás Larcamón no lo es tanto si analizamos todo el entorno en el cual iba a trabajar el siguiente torneo. Se ganó el derecho de solicitar un mejor equipo y mantener a su base, ante la consigna de posible venta de algunos de los bastiones y la ya lastimada relación con el aficionado durante esta última temporada, lo más sano para Nico fue curarse en salud y decir: “Gracias y adiós”. Pero esta decisión, ¿cómo deja al plantel y cómo deja al equipo de cara al siguiente torneo?

Es sabido siempre que el club potencia jugadores poco conocidos y que necesitan exposición con funciones específicas para mostrarse y tener un valor para usar al Puebla como ‘trampolín’, estos mismos jugadores que semestre a semestre van saliendo a otros equipos y que algunos vuelven, porque simplemente no son tan rentables en otro lado que en la Franja. 

La gestión deportiva de Carlos “Búfalo” Poblete es exquisita, ya que encuentra valores que pueden crecer a un costo bajo y que luego se hacen buena ganancia para las arcas del dueño, no así para la inversión inmediata de refuerzos; pero este tema es un trago amargo aparte.

Encontrar futbolistas con el perfil adecuado es poco posible en este futbol global y capitalizado, ya que siempre hay más de un ‘petardo’ vendible y más de un promotor que pretende sacar ventaja de esto; sin embargo Poblete ha sabido, con su equipo de análisis, encontrar refuerzos necesarios para el equipo.

El extinto Puebla y el actual han sido equipos muy castigados, deportivamente hablando, porque tienen una afición muy cercana y muchos más adquiridos y adheridos que han generado cohesión emocional desde la grada (donde estamos todos) que no ha terminado de resultar en la cancha en títulos –salvo el de Copa MX, de la mano del “Temo” (Cuauhtémoc Blanco) –; no ha habido, ni remotamente, posibilidad de la tercera que muchos piden exhaustivamente.

Y aquí es donde vamos por partes y desglosamos el trabajo de los últimos 10 años y que nos indican que Puebla es un equipo que puede entrar a Liguilla, que puede dar la ‘campanada’ y meterse hasta semifinales pero –y es muy importante ese ‘pero’ –no está en el nivel de competir un título.  

El plantel, aún con Nicolás, no era suficientemente fuerte, compacto y trabajado, como para conseguir título alguno, y no lo iba a ser aunque Larcamón siguiera. Salvo una inversión real en jugadores de peso específico en el campo y experiencia que tuvieran esos “5 centavos para el peso” que seguían faltando, este equipo permanecerá ahí, en el limbo de los lugares 5 a 10 de la tabla.

¿Por qué escribo esto? El mexicano, en su costumbre –y el enfranjado aún más –busca ídolos de antaño en el día de hoy. Queremos que vuelva Pablo Larios, Carlos Poblete, Roberto Ruiz Esparza, Carlos Muñoz, Jorge Aravena; estos tipos que hicieron que la Franja saliera avante en tiempos muy distintos y que hoy se conforman con jugadores que sólo apuntan a rendir medianamente durante el torneo; los ídolos ‘cortos’ que en los últimos años han sido los más aclamados, son históricamente y comparados con las grandes glorias del club, tipos de paso. 

Los “Chelis Boys” eran los niños de casa, se agradeció su esfuerzo, pero hoy todos están retirados o ‘borrados’ de Primera; las últimas figuras del club están muy lejos de ser parte o buscar la grandeza desde un puesto administrativo dentro del equipo, no son entrenadores de los equipos jóvenes y mucho menos participan en el primer equipo. Fueron de paso. El único que se mantuvo y ‘jala del carro’ como cuando jugador es Carlos Alberto Poblete Jofre.

El aficionado enfranjado exalta al ídolo de manera pronta, y entonces no había nadie mejor que Cristian Campestrini; y vino Nicolás Vikonis, y cuando se iba a Mazatlán pensaban que lluvias de goles asestarían castigos a la puerta; y apareció Antony Silva. 

Brincan de ídolo en ídolo para sanar emocionalmente esos históricos que podían cargarse durante años al equipo y seguir compitiendo.

Las malas administraciones del club dejaron muy herido al equipo, al aficionado y las expectativas, y hoy con poco se hace un revuelo bárbaro, queriendo el tercer título de liga. Innumerables fichajes y entrenadores que jamás debieron ser ni opción, fueron lo que había para competir y esos “lo que hay” nunca fueron suficiente.

Falta una estructura mucho más gruesa para dicho objetivo y aquí es donde Larcamón, con la inteligencia que le caracterizó estos dos años ha decidido, después de analizar todo esto, dar el paso al costado. No porque no pudiera, sino porque no hay herramientas para que ni él ni el equipo encuentren un peldaño más alto del ya conseguido.

Nicolás se va con los deberes cumplidos, el último torneo tiene consigo los ‘novecientos’ empates, la falta de reacción, el uso constante de jugadores que no resolvían, banquear a tipos que pudieron darle algo extra, las lesiones que limitaron su estrategia y la inolvidable ‘paliza’ con la que se despidieron de cuartos de final.  

Hoy, a Nico se le dice “Gracias, adiós y hasta nunca”. 

No es de mala gana el “hasta nunca”. Con el crecimiento que tuvo Nicolás, es poco probable, salvo extremos fracasos adonde quiera que vaya, que pueda volver a dirigir a la Franja. Hoy toca fría y tranquilamente: “Gracias, adiós y hasta nunca”.

Y recuerden, la pelota siempre al ‘10’.

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