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Marruecos y la historia

El hecho de que en su camino durante la fase de eliminación directa se hayan cruzado con España, Portugal y Francia, tres de las grandes potencias colonizadoras europeas y tres de los países que mantuvieron presencia en Marruecos, dotó a la gesta de un mayor grado de carisma.

Ricardo
Ricardo López Si

Actualizado: 14 DIC 2022 - 9:41

Marruecos y la historia
Arte: GRADA

Marruecos se ha convertido en la gran historia del mundial de futbol celebrado en Qatar. De alguna manera, su presencia en las semifinales del torneo de selecciones por excelencia ha supuesto una especie de redención para la diáspora marroquí, puesto que buena parte de sus estrellas nacieron en Francia, Países Bajos o España, como hijos de inmigrantes.

Ha sido realmente emocionante ser testigos de cómo las atajadas de Yassine Bounou, la omnipresencia de Sofyan Amrabat, la eclosión de Azzedine Ounahi, el penalti ‘a lo Panenka’ de Achraf Hakimi, el descaro de Sofiane Boufal, los gestos técnicos de Hakim Ziyech y los bloques bajos sin fisuras propuestos por Walid Regragui se han celebrado por igual en la plaza Yamaa el Fna de Marrakech, la Medina de Tánger y el paseo marítimo de Casablanca, que en el Raval de Barcelona, los patios de Córdoba, el barrio de Lavapiés en Madrid, el de Molenbeek en Bélgica o los banlieues parisinos.

Aunado a esto, el hecho de que en su camino durante la fase de eliminación directa se hayan cruzado España, Portugal y Francia, tres de las grandes potencias colonizadoras europeas y tres de los países que mantuvieron presencia en Marruecos, dotó a la gesta de un mayor grado de carisma. Recordemos que durante la primera mitad del siglo XX, España y Francia se repartieron el país y establecieron protectorados que sobrevivieron hasta 1956, cuando los marroquíes se independizaron y se liberaron del yugo extranjero con una monarquía constitucional. La influencia portuguesa se remonta a la edad media, con colonias en toda la costa atlántica, en lugares como Aguz, Al-qsaras-Sequhir, Arcila, Azemmour, Ceuta, Mogador, Mazagán, Safi y Tánger, que en su conjunto el reino luso tuvo a bien referir como el Algarve de ultramar.

Como breve matiz, pese a que Marruecos representa culturalmente al mundo árabe, su origen es amazigh (bereber), el nombre con el que se denominan a los primeros pobladores de la zona, una etnia autóctona del norte de África que ha sido eternamente desplazada y subyugada por las fuerzas invasoras: romanos, vándalos y, desde luego, árabes. De hecho, la última dinastía árabe en establecerse fue la alauita, misma que sobrevive hasta nuestros días bajo la monarquía de Mohamed VI. 

Así que sí, es válido hablar de una genuina representación árabe en la antesala de la gran final, pero tampoco es bueno caer en generalidades y simplificaciones. Es muy sencillo: los árabes son un grupo con rasgos étnicos y lingüísticos comunes. Los musulmanes son las personas que practican el islam. Hay, también, árabes no musulmanes. Para ponerlo en términos más exactos: Marruecos es un país del norte de África, de origen amazigh, que fue conquistado por árabes musulmanes.

Quizá el único reproche posible, si cabe, es el hecho de que durante los festejos algunos jugadores marroquíes hayan abrazado fervientemente la causa de Palestina, ocupada desde hace más de medio siglo por Israel, y no la del Sahara Occidental, un estado con reconocimiento limitado ocupado por Marruecos desde hace casi medio siglo. En fin, como decía la periodista argentina Leila Guerriero: todos hemos sido, alguna vez, el monstruo de alguien.

Sobre el autor

Ricardo López Si
Ricardo López Si

Autor de El viaje romántico. Editor en Revista Purgante y Mundo NFL. Columnista en Literal Magazine y Revista Panenka.