Suiza como espejo de México
Independientemente de si México derrota a Arabia Saudita y logra avanzar a la siguiente fase mediante una combinación de resultados, urge comenzar a construir un proyecto que tenga una identidad definida.
Llevo tiempo pensando que el mejor espejo posible para México no es Brasil, España, Argentina o Alemania, sino selecciones como Suiza. Me explico.
No hablo de resultados históricos o de la quimera del quinto partido. Hablo de proyecto, de ideas y de cómo gestionar el talento disponible en una selección que no forma parte de la élite. De hecho, puede que no haya existido transición de entrenador más armónica a nivel estructural que la de Vladimir Petkovic a Murat Yakin. Sobre todo asumiendo que lo normal es que un nuevo seleccionador desdeñe el trabajo de su predecesor.
Suiza posee atributos que, a diferencia de los de otras potencias, sí podrían estar al alcance de la selección mexicana. Para empezar, su base ocupa varios de los equipo del segundo escalón de la élite: Yann Sommer juega en el Borussia Monchengladbach de Alemania; Roman Freuler en el Nottingham Forest de la Premier League y Breel Embolo en el Mónaco de la Ligue 1. En México, por razones misteriosas, se sigue viendo el segundo y tercer escalón de Europa como un retroceso.
Ahora bien, en esto entra una variable importante: no se trata de exportar por exportar. La idea de exportar es que los jugadores puedan desarrollar sus habilidades bajo un mayor grado de exigencia. Para eso necesitan un contexto propicio y un entrenador que sea capaz de matizar sus defectos y potenciar sus virtudes. En la mayoría de los casos, los futbolistas mexicanos dan el salto a equipos europeos incompatibles a nivel de perfil o entorno.
Otra de las cosas que me parecen perfectamente extrapolables tiene que ver con dos cuestiones tácticas: la flexibilidad y el hecho de potenciar a tus estrellas. Suiza es un equipo con mucha riqueza táctica, capaz de ceder la iniciativa para montar bloques bajos y, al mismo tiempo, de someter con balón a equipos con mayor calidad técnica. Esto se consigue con mucho trabajo de cancha y, sobre todo, huyendo de los lugares comunes: no existe un solo camino para construir equipos reconocibles. Teniendo claro esto, el reto de potenciar a tus faros se vuelve más sencillo. Si Granit Xhaka es un gran lanzador de base, lo lógico es que trabajes para que tenga espacio y referencias para lanzar, por ejemplo.
Por último, me gustaría reparar en un aspecto más intangible. Suiza probablemente sea el paraíso de la multiculturalidad, con jugadores de origen kosovar, albanés, camerunés, nigeriano, senegalés, bosnio y chileno en sus filas. Bajo ninguna circunstancia se han aferrado a ideas anacrónicas a la hora de plantearse sumar o no a ciertos futbolistas y entrenadores.
Pareciera un contexto ajeno a nuestra realidad, pero no ha faltado quien ha sugerido que Gerardo Martino vendió a México por ser argentino o que Rogelio Funes Mori no representa los valores de nuestro país.
Independientemente de si México derrota a Arabia Saudita y logra avanzar a la siguiente fase mediante una combinación de resultados, urge comenzar a construir un proyecto que tenga una identidad definida, que se pueda adaptar a competir en diferentes escenarios y que se despoje del lastre que supone cargar con cualquier tipo de nacionalismo trasnochado.
Tiempo de reflexión… otra vez.