El último Puebla que pudo ser campeón

Cuando el otoño de 2020 tapizaba de hojas magras y quebradizas algunas de las emblemáticas calles de la Angelópolis, a mi teléfono llegó un mensaje de una fuente que, debo decirlo, jamás me ha fallado en cuanto a la información que me ha brindado.

A continuación, parafraseo lo que leí en ese mensaje de WhatsApp previo a un partido de la Franja: “fíjate bien en los palcos; ahí estará el nuevo técnico del Puebla”. Respondí: ¿Quién es o cómo es?

De mi fuente ya no hubo respuesta escrita, solamente una doble “palomita” azul. Después de asumir que me dejaron en visto, acudí a las inmediaciones del estadio previo a un partido de local del Puebla. Cabe recordar que, a finales de ese año, debido a la pandemia, a los estadios solamente podían ingresar jugadores, cuerpos técnicos y directivas, razón por la que tenía que ingeniármelas para conseguir buena información, misma que a veces podía hallar fuera del Cuauhtémoc.

Hice un recorrido por el estacionamiento y por las entradas principales del gigante de concreto, sin embargo, tras realizar una búsqueda visual de aquel personaje que me anticiparon que sería el próximo entrenador del Puebla, me resigné y acepté que no hallé a tal persona o, quizá, no lo reconocí.

En ese momento cuestioné la veracidad de la información que me proporcionaron ya que, además de no encontrar a ese supuesto entrenador, supuse que quizá la información que me brindaron era imprecisa porque, por supuesto, pensé que sería muy difícil que Puebla diera por terminada su relación contractual con Juan Reynoso, pues el peruano estaba por regresar a la Franja a una Liguilla.

Pasaron entre mes y mes y medio cuando recibí otro mensaje de la misma fuente:

“Te lo dije; el nuevo entrenador del Puebla ya vio al equipo en el Cuauhtémoc”. En ese momento yo no sabía de quién me hablaban, pero ese alguien no era otro, sino Nicolás Larcamón.

Poco después supe que Larcamón pasó desapercibido en su primera visita al estadio de los camoteros porque se tuvo extrema discreción; en primer lugar, porque las reglas en pandemia exigían la presencia en los estadios de las personas estrictamente necesarias y en segundo porque se tuvo el cuidado de que Reynoso no se percatara.

A finales de ese año, Nicolás Larcamón fue presentado en el Cuauhtémoc. En esa época su nombre era desconocido en el contexto mexicano, pues lo poco que se sabía de él era que venía de dirigir en Chile.

El primer semestre de Larcamón con Puebla fue un sueño hecho realidad. Esa Franja volaba en el campo, su accionar era combativo y atractivo; ese Puebla, lo dije antes y lo digo ahora, fue el último que pudo ser campeón.

Aquella temporada el Puebla de Larcamón tuvo un accidentado juego de ida en la semifinal con Santos, lo cual terminó con un abultado marcador en contra que ya no pudo revertir en la vuelta. De no hallarse en desventaja prematura, ese Puebla habría eliminado a Santos y ganado el campeonato al Cruz Azul. Lo dije antes y lo digo ahora.