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Una raya más al tigre

Este equipo no está urgido de títulos, se ha visto que si trabajan adecuadamente, los resultados llegan, cartera tienen para invertir en refuerzos y gastar en otros más; lo que realmente le cala a la afición y a los futbolistas de Tigres es que no se les reconoce como un grande del futbol mexicano.

Antonio
Antonio Palomino

Actualizado: 12 ABR 2023 - 23:38

Una raya más al tigre
Arte: GRADA

Y cuando parece que por fin andan “bien y de buenas”, los Tigres se encargan de sabotearse. Sí, aunque usted no lo crea, tanto ellos como sus vecinos desean con el alma que se les reconozca como uno de los grandes del futbol mexicano, pero el adjetivo no concuerda con su realidad ni con su historia.

Fundado en 1960, con solo 63 años de existencia y varios andares en segunda división, los felinos claman por atención y que sean llamados “equipo grande”, pero esto no es solamente por dinero.

Sin duda, son un equipo bien potenciado desde lo económico y los títulos en torneos cortos (donde ha sido más sencillo para equipos que antes solo competían poder lograr campeonatos) han llegado. En torneos largos, solamente ganó 2 títulos en las temporadas 1977-78 y 1981-82, para luego agregar 5 estrellas más en los torneos cortos, siendo su mejor tiempo de 2015 a 2019.

La parte económica le ha dado un apoyo tremendo a potenciar al club, pero esto no lo ha alejado de tener poca estabilidad salvo las temporadas que “Tuca” pudo dirigir a los del norte. Él fue quien consiguió los 5 títulos que lo acercaron al tope de la tabla de campeonatos obtenidos, motivo principal por lo que los fanáticos piden sea reconocido el club.

La administración que se compartía con la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), pasó a grupos comerciales integrados por FEMSA y CEMEX, siendo esta última la que ha mantenido su batuta para integrar refuerzos de alto nivel económico y que solo algunos han rendido en la cancha lo que su cheque indicaba podrían ofrecer.

Un total de 59 entrenadores –previo a la contratación de Robert Dante Siboldi –han pasado por los andares de la institución; sin embargo, han habido etapas en las que prácticamente se han hecho de entrada por salida por la poca paciencia, tolerancia y malos resultados (en la mayoría de los casos) los que ofrecen la salida inmediata a los entrenadores.

Tan voluble la afición como la directiva cuando exigen resultados, no así cuando apoyan, sin duda una de las mejores aficiones en México, jugar en “El Volcán” es un privilegio para cualquier futbolista, sea local o visitante, el ambiente que plasman durante los 90 minutos es digno de estadios sudamericanos en sus versiones agradables (lamentablemente también se han copiado las partes violentas, de las cuales no es necesario hablar).

Este equipo no está urgido de títulos, se ha visto que si trabajan adecuadamente, los resultados llegan, cartera tienen para invertir en refuerzos y gastar en otros más; lo que realmente le cala a la afición y a los futbolistas de Tigres es que no se les reconoce como un grande del futbol mexicano.

Los títulos están, pero la prepotencia que a veces muestran desde el símbolo de dinero, los hace no ser un equipo grande. Aunque les pese y duela, son grandes en Monterrey; allá, con Rayados, tienen un tema aparte, mandan y dividen a la ciudad y hacen derbys importantes desde lo pasional, pero para los demás equipos en México son una jornada más en el calendario. Fuera de su partido, no le pesan emocionalmente a los demás equipos, en algún momento salir de su estadio significaba 3 puntos para quienes los recibían.

La grandeza se construye desde una filosofía e identidad, ser los que más goles meten, los que mejor se defienden, los que siempre están en finales, los que se hacen amados, los que se hacen odiar, los que representan al pueblo, los que representan al poder; los que, sea lo que hagan, siempre pienses en una cualidad y los enlaces mentalmente. Hoy sólo se hacen relacionar por “querer ser” y no por ser.

Sin duda, la destitución del “Chima” y la llegada del sexagésimo entrenador (llevando promedio de 1 por año), no le da al equipo la grandeza que tanto anhelan. Son competidores, están arriba en la tabla, no mandan en todas las plazas, pero preocupan a la mayoría, tienen etapas donde son imbatibles y otras donde son comparsas. 

Llegar a la identidad que los haga ser “grandes” es una tarea conjunta de directiva y jugadores. La afición ya es “de 10”; falta que en la cancha y escritorio se apliquen para empatar lo que su hinchada ya merece.

Y recuerden, la pelota siempre al 10.

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