Nápoli, inamorato sono
La nostalgia invade el Sur de Italia, los “pobres” y “marginados” que el equipo de los 80s representaba están de fiesta, el equipo es una máquina, en una liga tan competida y tan cerrada lograron sacar más de 15 puntos de diferencia al siguiente y siguen sumando, además del puntaje, el accionar fue maravilloso de punta a punta.
A finales de los ochentas sonaba en las calles de Nápoles: “Oh mama mama mama, Oh mama mama mama, Sai perchè mi batte il Corazon, Ho visto Maradona, Ho visto Maradona, Oh mama inamorato sono…”
El genio más grande del mundo con los puños cerrados agitados al aire festejaba el segundo scudetto ganado por el equipo del sur de Italia, el equipo pobre, los sucios, los que los ricos menospreciaban.
Ese “petizo respondón” como lo llama Eduardo Galeano, seguía dando alegrías a los napolitanos, seguía haciendo al “Pibe de oro” más sólido que nunca; a pesar de sus problemas extracancha siempre respondió con la pelota en los pies.
33 años después, los napolitanos tocan el cielo con las manos, vuelven a ser portada de diarios y ganan el scudetto para beneplácito de los viejos que hoy recordaban “al Diego” y sus títulos en la ciudad italiana, y cómo se alinearon muchos sucesos con el deceso del 10 en el 2020.
Argentina salió campeona del mundo, el Diego sonrió desde donde esté, y luego Nápoli levanta el título, la felicidad de Maradona en pleno; más allá de estos dos equipos que salieron campeones sus demás camisetas buscan entrar en la línea de “los ex equipos del Diego saliendo campeones”, pero no importan los demás, los que importaban en el corazón de Diego Armando era su selección y el Nápoli, más cerca de su corazón que los demás. Sólo Boca tiene un palco VIP en “el Diego”.
El equipo celeste arrasó la liga y parecía que en Champions haría algo más que caer ante un Milán con más dudas que certezas; sin embargo, se les apareció la historia y los dejó fuera de las semis de la competición europea.
De la mano de Osimhen y Kvaratskhelia, con el Chucky Lozano, Zambo Anguissa y Kim Min-Jae, la seguridad de Meret, Gigi Di Lorenzo, Raspadori, Politano y todos los que aportaron desde sus virtudes tu granito de arena para conseguir el ansiado título queda un gran recuerdo de lo obtenido, y ahora vendrán las ofertas por las figuras, vendrán los que no pudieron ganar en este año para quitarles jugadores a cambio de muchísima plata para reforzarse y directamente reducir la fortaleza del equipo del sur.
Toca para los napolitanos festejar como hace tanto tiempo no ha podido ser, han tenido altibajos, ascensos y descensos, una primer década del siglo XXI donde no hubo consistencia a la segunda década siempre luchando por clasificación a torneos europeos y, finalmente, consiguiendo el título en el campeonato local; y al parecer quedará para otro tiempo algo más importante en la Champions.
Este año venían con mucha fuerza para competir la Orejona, pero no pudo con “il Diavolo” en los cuartos de final y se quedarán como “aquel equipo que jugaba muy bien y anotaba mucho (pero no llegó a la final)”.
La nostalgia invade el Sur de Italia, los “pobres” y “marginados” que el equipo de los 80s representaba están de fiesta, el equipo es una máquina, en una liga tan competida y tan cerrada lograron sacar más de 15 puntos de diferencia al siguiente y siguen sumando, además del puntaje, el accionar fue maravilloso de punta a punta.
Estas aventuras de romanticismo plagado de euforia son las que el fútbol moderno necesita, son las que hacen pensar que los millones de euros, los antes petrodólares hoy petroeuros, no son suficientes para romper la ilusión del hincha, del niño que nace en la población que sea y se hace del equipo local, de aquel que no se pega al grande del país, sino al representante de su área de nacimiento.
Cuando los ricos encuentran baches y los otros pueden luchar por el título se logra una magia del deporte que se disfruta siendo del equipo y no siéndolo también, los últimos ejemplos de ver campeones a equipos que no son los que pagan lo que sea por fichajes son Nápoli, Leicester City, Lille, Montpellier y más atrás Deportivo, Twente, AZ Alkmaar, Wolfsburg.
Estos equipos hacen que la ilusión del hincha de barrio viva todavía y que contrarreste un poco el fútbol moderno fachero (dirían los argentinos); es decir, “de dientes para afuera” mande en nuestro amado deporte.
Y recuerden, la pelota siempre al 10.