De la vista nace el amor; de la lejanía, el desinterés
Hoy, por desgracia, la mayoría de partidos de la Liga MX se transmiten por televisión restringida. Y eso, obviamente, es un grave error que pone en peligro de extinción el interés que puede generar el futbol mexicano en una nueva generación de espectadores.
Los tiempos cambian. Las estrategias para generar más recursos económicos en el competitivo mercado de audiencias son cada vez más arriesgadas. La razón es simple: el cambio generacional y los hábitos de consumo de los jóvenes aficionados al futbol mermaron los ingresos que las televisoras tradicionales tenían por concepto de transmisiones de partidos de la liga mexicana.
A su vez, esto provocó que, desde hace al menos seis o siete años, las ofertas que dichas televisoras ponían sobre la mesa de negociación de los equipos de Primera División fueran cada vez menos atractivas.
Sucede que, previo a la era de internet y el streaming –es decir, antes de este milenio –los aficionados al futbol acostumbraban a seguir cada semana los partidos que por televisión abierta se transmitían, cada sábado o domingo (o viernes, si nos referimos al día en que jugaban los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara). Eran otros tiempos. No había redes sociales y tampoco transmisiones en vivo vía teléfono celular. Además, cierto es que la televisión restringida, vía satélite o por cable, no tenía tantos suscriptores como los tiene ahora.
Bajo este contexto, el aficionado al futbol mexicano, si alguna vez no acudía al estadio, podía ver los juegos de su equipo cuando este se presentaba en cancha ajena. Por ello, el aficionado y televidente se acostumbró a seguir no solamente los juegos de su equipo, sino los del resto de clubes.
En esa época era común ver, por ejemplo, un partido de viernes por la noche; no importaba que el anfitrión del encuentro fuera Tecos y que jugara en un semivacío estadio 3 de Marzo. El sábado estaba casi reservado para Cruz Azul y los equipos del norte, Tigres y Rayados. El mismo sábado, pero ya por la noche, podías escuchar la narración elegante de Roberto Guerrero Ayala, esto durante los partidos del Atlas. Para cerrar la jornada, el domingo al mediodía, Chivas, Pumas, Toluca y Puebla se alternaban el horario de mayor desgaste para el futbolista profesional. A las cuatro de la tarde se jugaba el último partido con un Santos poderoso en el viejo estadio Corona.
Si el aficionado así lo quería, ¡podía ver todos los partidos de la jornada!
Estas transmisiones de televisión abierta claramente incitaban a las audiencias a consumir el futbol mexicano. Las figuras, extranjeras o nacionales, jugaban en México. Los niños soñaban con ser alguna vez el portero o el ‘10’ de su equipo. Los adultos tenían una relación más estrecha con ese club al que, por lo general, amaban por herencia. Había cercanía entre equipo y afición, y en eso la televisión jugaba un gran rol.
Hoy, porque se vive una intensa lucha por lucrar a partir de un negocio como lo es el futbol, lo que leíste líneas atrás es historia, es pasado; es algo que difícilmente regresará en el contexto mexicano.
Hoy, por desgracia, la mayoría de partidos de la Liga MX se transmiten por televisión restringida. Y eso, obviamente, es un grave error que pone en peligro de extinción el interés que puede generar el futbol mexicano en una nueva generación de espectadores.
Y es que, para ser sinceros, uno se vuelve aficionado a aquello con lo que tiene una relación estrecha; uno no puede aficionarse a algo que se mantiene distante, lejano, perdido en un canal por el que no se pagará, porque para pagar por un producto o servicio, el consumidor, aunque no sea riguroso, solamente lo hará en búsqueda de entretenimiento de calidad; y eso… eso es algo que el futbol mexicano no tiene.