¿Qué partido quieren jugar lxs directivxs?
Cuando la gente de pantalón largo escucha la voz de las jugadoras y actúa en consecuencia, corrigiendo lo que ellas denuncian, ves buen futbol, ese que te invita a seguirlo, quedarte, consumirlo. Cuando no, todo mundo sale de la tribuna enojado y preguntándose: ¿vale la pena volver a venir?
El futbol femenil a nivel global enfrenta tiempos convulsos. Cada vez hay más partidos trepidantes entre selecciones y mayor competencia en cancha. Pero también hay partidos incómodos en las oficinas, juegos que se pueden convertir en lodazales, o partidazos que logran sacar lo mejor de ambos bandos.
Cuando la gente de pantalón largo escucha la voz de las jugadoras y actúa en consecuencia, corrigiendo lo que ellas denuncian, ves buen futbol. Ese que te invita a seguirlo, quedarte, consumirlo. Cuando no, y sólo voltean la cara para que no les des el balón, y pasan los minutos viendo la hora para que el partido termine y puedan posar para la foto después de un terrible somnífero lleno de patadas, todo mundo sale de la tribuna enojado y preguntándose: ¿vale la pena volver a venir?
¿Por qué digo esto? A nadie se le escapa el hecho de que las mujeres, en cualquier ámbito, siempre han tenido que hacer ruido para tomar derechos y oportunidades que inconsciente o conscientemente se les niegan. Y así cómo siempre muchxs cuestionan “las formas de las peticiones,” a veces sin querer entender el fondo qué deriva en dichas protestas, quizá deberíamos de empezar a cuestionar las “formas” de las respuestas (si es que hay). Porque la realidad es que ahí también se ve la diferencia de juego, entre selecciones y ligas.
En Francia, tras la renuncia pública de Wendy Renard, Katoto y Diani, que vino después de otras como la de Bouhaddi, y de “vetar” de alguna forma a Amandine Henry y a Eugenie Le Sommer, la federación francesa corrió a Corinne Diacre, la entrenadora, y anda en busca de un reemplazo.
En Canadá, después de varias protestas de sus jugadoras por recortes presupuestales e incumplimiento en la provisión de lo necesario para prepararse de cara al Mundial, y de ser amenazadas legalmente si boicoteaban su participación en la She Believes Cup, ya se está trabajando un contrato colectivo equitativo (con sus cosas, porque la federación está filtrando información y dando pasos sin avisar a las jugadoras).
En España, 15 jugadoras renunciaron a la selección mayor por el mal manejo de Jorge Vilda, y en vez de tomar acciones, la prensa española y la federación española hicieron mucho por desacreditar a las jugadoras, tildando de “berrinche” su negativa a ser convocadas.
En México, a nivel selección, creo que sólo han “respondido” al tema de Maribel (Domínguez), y todo lo relacionado a este caso ha sido muy hermético. Ahorita, el tema que ha sonado fuerte últimamente en el futbol femenil de este país es la denuncia y falta de acciones efectivas para frenar o castigar a perpetradores de acoso u hostigamiento sexual hacia las jugadoras.
Claramente, este no es un tema de selección. Igual, el caso de (Scarlett) Camberos ha sido parteaguas, pero en la historia de la liga, es solamente uno (el más mediático quizá), pero sólo uno de varios. De hecho, la necesidad de protocolos para canalizar denuncias de acoso u hostigamiento al interior de clubes y selecciones es algo que ya se ha pedido en varias ocasiones, por distintas personas, tanto en la cancha como en medios, pero es algo que sigue sin pasar.
En fin. Diferentes respuestas a demandas de jugadoras o a problemáticas que enfrentan las jugadoras te dice mucho de qué tanto valoran el juego, o el producto que directivos quieren ofrecer. Y cuando la gente no valora lo que “vende” o no valora a sus trabajadorxs, la calidad del producto o servicio cae.
Francia perdió por mucho tiempo a jugadoras clave, pero es probable ver un resurgimiento; la liga canadiense femenil puede tener problemas de credibilidad en sus primeros años, pudiendo determinar el futuro de la misma; España se puede quedar sin la mejor gente y probablemente juegue el Mundial con una selección “B”; México pierde, como ha venido perdiendo, mucho recurso humano de calidad y capacidad porque sus directivxs logran perpetuar problemáticas en vez de corregir.
En muchos frentes, las jugadoras están planteando los partidos, pero la pregunta que queda es: ¿qué partido quieren jugar lxs directivxs? Pueden seguir jugando a nada en un lodazal o hacer todo lo que está en sus manos por jugar bien y remontar marcadores aún adversos.