México 2026: ¿un proyecto sin cimientos?

Millones de televisores en México fueron apagados sincrónicamente y sin premeditación, durante una tarde de diciembre de 2022. Los aficionados que siguieron la Copa del Mundo de Qatar, de pronto, se mostraron indispuestos a ver el ocaso de una selección que, al menos un par de años antes, ya tenía anotada en su agenda una cita con el fracaso.

Durante esa tarde decembrina, una carrera frenética, un disparo y un gol mataron la esperanza del Tri por lograr una calificación. Arabia Saudita anotó en la agonía del encuentro y, tras ello, eliminó de fea manera a una selección timorata e insípida.

Instantes después de la eliminación, como era de esperarse, Gerardo Martino anunció su salida de la selección. Había muchos motivos para irse, sin embargo, no se fue por la pobreza futbolística que caracterizó a su proyecto; el Tata se fue, simplemente, porque caducó su contrato.

El fracaso en Qatar fue un bofetón en la cara. La eliminación fue un despertar repentino. El bochornoso papel de México en la Copa del Mundo provocó que el vocero de los señores que toman las decisiones advirtiera cambios drásticos en la estructura de trabajo de una selección que, por ser anfitriona de la próxima justa mundial, responsabilizada está a no fracasar más.

El discurso enérgico, entonces, como lo fue antes y como lo será después, estuvo plagado de promesas livianas. El vocero del poder anunció soluciones fáciles para temas complejos. Dio a conocer que en sesenta días se tendría una visión clara del técnico que sería nombrado entrenador nacional, porque con ello se iniciaría el proyecto de avanzar al “quinto partido” y quizá un poco más. ¡Como si del técnico venidero dependiera el éxito anhelado en 2026!

Hoy, cuando se aproxima la fecha estipulada para elegir al nuevo técnico nacional, lo único que se sabe es que los señores que debieran saber qué hacer, nada más no saben nada. Sucede que un sector de los personajes que controlan el futbol mexicano está interesado en elegir a un técnico de “casa”, uno que sepa cómo juega el futbolista local, cuál es su estilo, sus alcances y debilidades.

Unos hablan de que el nuevo técnico debería salir de Miguel Herrera o de Ricardo Ferretti. Otros apuestan por Jaime Lozano y otros por el regreso del bigotón La Volpe. Hablan, hablan, hablan. Pero en sus palabras no hay evidencia de un análisis profundo; lo que hay, si así se le puede llamar, es una actitud populista: dar soluciones fáciles y rápidas para temas que exigen un análisis profundo.

Otro sector, que ya ha empezado a filtrar un nombre de prestigio como candidato al banquillo del Tricolor, apuesta por un cambio, aunque sea éste más mediático que bien pensado. Ese grupo de dueños piensa que Marcelo Bielsa es el candidato ideal para tomar las riendas de la selección. 

Ellos, como los otros, están en un error. Y es que sucede que el discurso y las formas de trabajo de Bielsa son un traje a la medida para verdaderos profesionales y no para jugadores que son profesionales de ocasión.

A casi dos meses del bofetón en la cara que resultó la eliminación mexicana en Qatar, lo único cierto es que, una vez más, todo pinta mal para el próximo mundial.