El Tri: el circo desbaratado
El circo que tenemos como espectáculo principal no decepciona solo por contenido; decepciona por todo el conjunto de escenas que vemos. Habrá que limpiar (cosa improbable) totalmente el fútbol mexicano, y esto no es negocio para los que pagan.
El hecho que hayan despedido a Diego Cocca no era la sorpresa principal, era que lo hubieran nombrado, no debía ser siquiera considerado y aquí lo platicamos en algún momento.
Sin llegar al punto defensor del exentrenador de la selección mexicana, su proceso iba a ser igual de estéril que los anteriores por una sola razón: el cambio necesario no está ni siquiera en perspectiva.
Podrán venir los entrenadores más top del mundo, salvo alguno podría hacer funcionar este circo decadente, darle forma a la estrategia sin dudas, tomar el mando del equipo y darle confianza al grupo, sin duda. Pero –y lo más importante es este ‘pero’ –es que los que mandan y son dueños de este espectáculo no quieren dicha ‘revolución’; no quieren este cambio porque les importa poco y nada la evolución del fútbol en México como deporte. Como negocio lo quieren pleno, constante y sonante, pero como semillero y promotor de futbolistas no es rentable, porque ese dinero no llega a ellos, es para el mismo futbolista y ahí ya no pueden meter la mano en el bolsillo.
La materia prima afecta a la estrategia porque (también lo hemos platicado anteriormente) no tenemos jugadores top de liga poderosa en todas las posiciones, los mejores futbolistas mexicanos tienen contadas virtudes y algunas deficiencias que se potencian y no se limitan en el actuar grupal.
La primera pregunta en el armado del equipo es: ¿qué material futbolístico tengo? Y seguimos: ¿a qué puedo jugar con ellos? Es muy importante saber esto, porque se quita el ego de querer jugar de determinada manera sin contar con los activos adecuados.
Todos quisieran que sus equipos funcionaran como el Barcelona de Pep Guardiola, pero ese equipo funcionó porque puso a los jugadores adecuados en el puesto adecuado. Y después evolucionó cambiando jugadores y adaptando puestos. En la selección añoramos el juego de los dirigidos por Bora, Lapuente o La Volpe, pero no tenemos los mismos jugadores que ellos, y esto es la base de todo el éxito.
El perfil del Tri no existe, no sabemos si somos un equipo goleador, aguerrido, defensivo, si hablamos de otros en el mundo sabemos que ‘catenaccio’ se refiere a italianos; ‘jogo bonito’ son los brasileños; los de la ‘garra’ (ahora agregados de mucho talento) son los uruguayos. Y así podemos nombrar motes que dan fuerza al fútbol de cada escuadra.
En México sabemos que la mentalidad y el esfuerzo de grupo se encuadran de acuerdo al rival, por eso podemos hacerle partidazos a Alemania y Brasil, y luego dar pena contra Nicaragua y Honduras.
Los jugadores viven un estado de mente frustrado, el peso del éxito exigido por la prensa (carroñera) y los fanáticos (expertos todólogos desde el sofá), recae sobre los jugadores y cuerpo técnico, y parecen ya un animalito espantado, esperando que le hagan algo para soltar la mordida. Se han vuelto soberbios, pero esto es culpa de quien les paga millonarios salarios por hacer un par de jugadas y nombrarlos como “figuras” cuando en realidad son solo “figurines”.
El circo sigue mostrando que no hay quien ponga orden ya que los maestros de ceremonias son parte del mismo séquito de payasos que han hecho que nos vean así a todos los relacionados al fútbol mexicano.
El entrenador no debe ser el más famoso pero sí el más trabajador, los futbolistas pueden no ser los más talentosos pero los más adecuados para el sistema; y todo esto se hace conjunto desde la idea clara y libre (sobre todo, libre) del encargado de convocar a quienes deba para lograr su particular idea y común objetivo.
Si sabemos que contamos con “n” jugadores de talento A, otro tanto de B y el resto son C, entonces vamos por un buen inicio. Si estos nos darán un equipo ofensivo o defensivo dependerá del desarrollo de la estrategia del equipo (este tema, si me permite y me honra con su atención, lo desarrollaremos en la siguiente columna).
Mientras tanto, el circo que tenemos como espectáculo principal no decepciona solo por contenido; decepciona por todo el conjunto de escenas que vemos. Habrá que limpiar (cosa improbable) totalmente el fútbol mexicano, y esto no es negocio para los que pagan.
Y recuerden, la pelota siempre al 10.