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¿Y si la burra vuelve al trigo?

Si todos tuviéramos claro dónde estamos parados, doloroso para nuestro ego, pero favorable para nuestro desarrollo, sería más sencillo hacer un plan de trabajo, para que tanto la Selección como la liga crecieran a buen ritmo.

Antonio
Antonio Palomino

Actualizado: 26 ENE 2023 - 23:59

¿Y si la burra vuelve al trigo?
Arte: GRADA

Bien es cierto que estamos hartos de los resultados que esperamos y no se dan en los Mundiales. También es cierto que pensamos que en cada competición, México tiene para competir por lo menos el podio y tampoco es verdad. Y finalmente con los procedimientos como se hacen, dan, manejan y se procuran en el país, es imposible que tengamos un cambio de resultados cuando seguimos haciendo las cosas igual.

Se especula mucho estos días con nombre rimbombantes para emocionar al pueblo sobre el próximo técnico nacional. Vamos, que hasta a alguno que realmente era imposible lo pusieron en alguna lista de 10 entrenadores que podrían venir.

No es lo mismo lo que queremos nosotros como aficionados que vemos futbol de todos lados del mundo y pensamos, “Esos, los ganadores podrían ser los mexicanos”, que los directivos que desde su escritorio y su media hora de paseo por las canchas deciden el porvenir de los clubes.

Al directivo le importa el negocio, formar una estrategia que genere activos al club no importando de primera línea el resultado; y si este acompaña al negocio, es ganar ganar. Al aficionado le importa ganar, no importa ni cómo ni cuándo ni dónde, pero ganar. Al futbolista, hoy, le importa tener un buen contrato y si existe la posibilidad de emigrar, con la misma prioridad de un buen contrato, pues hacerlo.

La mayoría de las veces no entendemos todos los que participamos en el fútbol que la línea de acción de los futbolistas mexicanos está en un rango C y D.

Tomemos 5 rangos para esta evaluación:

A: los campeones del mundo, históricos y legendarios equipos que siempre por el simple hecho de tener una estrella en el pecho serán candidatos, algunos perennes y otros de ocasión. Brasil, Alemania, Italia, Argentina, Francia, Uruguay, Inglaterra y España. Aunque podríamos decir que los primeros 4 son los “eternos grandes” de siempre, y los últimos 4 los contendientes que siempre están ahí, pero son una “línea A baja”.

B: los que aspiran a meterse a la pelea del título y tienen generaciones de futbolistas brillantes que en conjunto no terminan de cuajar, posiblemente mayoría de europeos: Países Bajos, Portugal, Bélgica, Croacia y Colombia.

C: los países que lideran Concacaf y África. Suponemos, México (aunque traemos un circo las últimas décadas por el título de la zona), USA, Camerún, Nigeria, Ghana, Senegal y, tal vez, Corea del Sur. Tenemos al resto de europeos que completan los grupos en Mundiales.

D: asiáticos y africanos, y por ahí algún europeo que termina vapuleado en los últimos lugares de grupos.

E: todos los que son “relleno” de zonas del mundo, islas, pequeñas comunidades que al ser países tienen el chance de competir en su zona pero jamás internacional.

México históricamente está entre las categorías “C” y “D”.  En buenos momentos es C, y el resto es D. Las “ganas de ganar” nos nublan mucho la visión de fortalezas y debilidades. Queremos que el mundo nos respete en una cancha de futbol donde los procesos siempre están incompletos; campeones Sub-17 que terminan en el retiro a los 30 años (si bien les va); equipos menores que no logran calificaciones a torneos internacionales de la categoría; sólo por recordar algunos detalles que nos estropean la visión. Pensamos que ganar juveniles nos otorga una obligación ganadora en mayores. Los chicos difícilmente llegan a consolidarse en sus equipos, aun con el título colgado en el pecho.

El “negocio molero” manda todavía en la presencia del equipo nacional en tierras norteamericanas para ganar dinero y darle al “hermano” que vive de ese lado de la frontera, la oportunidad de ver a “su” selección. El proyecto pinta para volver a lo mismo: director deportivo regular; director técnico de lo que hay por ahí, con miras a hacerlo ver como el último refresco del desierto; la lista de jugadores seleccionables que podrían ser 40 excelentes opciones, reducida a 15 fijos que siempre estarían convocados. Es decir, otra vez “la burra al trigo”. 

Si todos tuviéramos claro dónde estamos parados, doloroso para nuestro ego, pero favorable para nuestro desarrollo, sería más sencillo hacer un plan de trabajo, para que tanto la Selección como la liga crecieran a buen ritmo. Esperamos que no “vuelva la burra”, pero vemos que se acerca con su paso cansino y mezquino a intentar llenarnos los ojos de ilusión.

Y recuerden, la pelota siempre al 10.

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