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Que el Club Puebla deje abierta la puerta trasera

Hoy, Puebla echó por la puerta de atrás a Antony Silva, su mejor jugador. Los dueños y directivos bien harían en dejar abierta la puerta trasera, porque pronto saldrá por ahí un personaje al que no le gusta hablar con franqueza.

Omar
Omar Rodríguez

Actualizado: 30 JUN 2023 - 6:52

Que el Club Puebla deje abierta la puerta trasera
Arte: GRADA

En sí mismas son complejas la acciones de organizar, gestionar y manejar un equipo profesional de futbol. Sucede que se presenta un contexto muy particular: los propietarios, muchas veces, ajenos están al teje y maneje de sus equipos porque estos, casi sin excepción, no representan un rubro prioritario porque ellos, los señores de pantalón largo, tienen otras empresas más redituables para atender.

Una escala abajo en el organigrama se encuentran los dirigentes, quienes, por lo general, no son los dueños ni los que ponen el dinero; ellos hablan con promotores y son el vínculo o barrera para que la información llegue hasta el eslabón más fuerte de la cadena. Abajo está el entrenador y debajo de éste, se hallan jugadores titulares y más abajo los suplentes.

En otros tiempos el director técnico era quien mandaba en el vestidor porque tenía relación directa con el propietario del equipo, cuando no existía la figura ornamental del presidente deportivo. En esa época, el entrenador tenía el respaldo del dueño y, por lo tanto, no era tan liviano ni desechable como lo es ahora cuando, tras cinco jornadas de malos resultados, primero su directiva le da la mano y lo ampara y, para el lunes por la mañana, se sabe fuera del equipo cuando así se lo informan en una oficina del club habilitada como despacho jurídico.

En esta época de espaldarazos y despidos sorpresivos, el director técnico debe ser inteligente y prudente. La inteligencia no debe centrarse en labores tácticas y temas exclusivamente futbolísticos; la inteligencia también debe procurarse en lo que respecta a relaciones humanas porque, aunque a algunos se les olvide, los jugadores no son máquinas sino personas.

La carencia de esta inteligencia puede provocar que, un día cualquiera, un técnico se decida a priorizar su antipatía por cierto grupo de jugadores que a darles valía por lo que aportan en el vestuario y en el césped recién podado. Esa falta de control emocional bien puede generar decisiones imprudentes como, por ejemplo, sembrar la semilla del rumor para presionar la salida de un jugador “incómodo”; esto a pesar de que dicha acción pueda mermar el desempeño de un equipo que, con seguridad, no olvidará la manera en que se comportó su estratega.

Este tipo de personajes que no controlan sus emociones y que basados en ellas toman fallidas decisiones, no suelen durar mucho tiempo en los banquillos de equipos profesionales porque las personas que hacen el vestidor no son ellos ni su staff, ni mucho menos dueños y directivos. Las personas que hacen del vestidor un infierno o un lugar ideal para trabajar son los jugadores porque, a final de cuentas, no son los propietarios ni los presidentes deportivos quienes mantienen al técnico en el banquillo, sino los futbolistas, cuyos códigos indican pagar siempre con la misma moneda.

Apenas han pasado unos meses y ya se percibe lejanísima la dirección técnica que, de manera sobresaliente, Nicolás Larcamón tuvo con Puebla. Esos tiempos son de extrañarse. Claro que había encontronazos y algunos dimes y diretes en el día a día de trabajo porque, como se expuso líneas atrás, no se labora con máquinas, sino con personas que sienten.

Sin embargo, hasta el momento, Nicolás solamente ha tenido de sus exjugadores palabras de agradecimiento. Larcamón demostró ser un gran técnico y muy inteligente en el manejo de las relaciones humanas. Lamentablemente, su actuar no fue replicado por el novato entrenador que, tras su partida a León, tomó el vacante timón.

Ahora, Puebla no es un equipo de discurso frontal ni inteligente para el manejo de relaciones humanas.

Ahora, Puebla es un equipo contaminado por los rumores que provocó la falta de claridad para argumentar la baja de su capitán.

Hoy, Puebla echó por la puerta de atrás a Antony Silva, su mejor jugador.

Los dueños y directivos bien harían en dejar abierta la puerta trasera, porque pronto saldrá por ahí un personaje al que no le gusta hablar con franqueza.

Sobre el autor

Omar Rodríguez
Omar Rodríguez

Periodista poblano, escritor, conductor de radio y televisión. Ha realizado coberturas de 30 torneos de Liga MX y coberturas internacionales, entre ellas Copa del Mundo FIFA y Copa Confederaciones.