Lobos Plateados no enamoró al aficionado poblano
Hubo alguien que me preguntó: ¿fuiste a los partidos de Lobos Plateados? Tras mi respuesta afirmativa y poco efusiva vino otro cuestionamiento: ¿te gustó lo que viste? Mi respuesta fue, ahora sí, vehemente y negativa.
Es un yerro asegurar que una cosa, por sí misma, es la causante de otra u otras más. Para reducir el nivel de imprecisión en una respuesta se debe, entre otras cosas, realizar un análisis multifactorial y esto, que quede claro, no evita errores de juicio, pero sí mejora la calidad de los comentarios que se emiten.
Hace algunos días repasé con insistencia esta idea. ¿Cuál fue el motivo? Sucedió que, en un evento en el que tuve la oportunidad de entrevistar a Omar Quintero, coach de la Selección Mexicana de basquetbol, platiqué también con varios personajes ligados al deporte ráfaga de Puebla; con estos hombres y mujeres de profundo conocimiento del baloncesto local dialogué respecto a varios temas, sin embargo, hubo uno que llamó mi atención.
Hubo alguien que me preguntó: ¿fuiste a los partidos de Lobos Plateados? Tras mi respuesta afirmativa y poco efusiva vino otro cuestionamiento: ¿te gustó lo que viste? Mi respuesta fue, ahora sí, vehemente y negativa.
Después de comentarme su experiencia acudiendo a la Arena BUAP, esa persona me preguntó de forma directa, sin rodeos: ¿por qué crees que el básquetbol profesional no termina por quedarse en Puebla? Yo, por supuesto, me tomé mi tiempo; medité algunos minutos y ordené algunas ideas que ya desde hace bastante tiempo había cavilado.
"No hay una razón sino varias. Una de ellas consiste en que, por increíble que parezca, las directivas de los clubes que a Puebla han llegado —Ángeles y Lobos Plateados— se han interesado en todo, menos en entender los gustos específicos de la afición poblana", respondí.
Esta persona, de la que me reservaré el nombre porque con ella no tuve una entrevista sino una charla informal, me comentó que alguna vez escuchó decir a directivos de clubes y de la LNBP, así como a especialistas en marketing, que lo que a la afición mexicana —calificativo imprecisamente general— le gusta es el espectáculo que ofrecen los basquetbolistas norteamericanos, aquellos que, por su talento y poder físico, suelen ejecutar tremendas clavadas.
Esto no es del todo erróneo. ¡Claro que atacar el aro con furia es espectacular! No obstante, Puebla no está en el norte, región del país en donde, por la cercanía con Estados Unidos y la biculturalidad que se presenta ahí, existe interés en esta clase de jugadores y su desempeño, el cual, en la mayoría de los casos, es de calidad inobjetable.
En Puebla hay afición al basquetbol y prueba de ello es lo que cada fin de semana se vive en los gimnasios universitarios, no obstante, esa afición que va a esos recintos y que no termina por enamorarse de los proyectos profesionales —ahora, Lobos Plateados— en buena parte lo hace porque tiene identidad con esos equipos colegiales. ¿Cómo se logra la identidad? Pueden ser años de trabajo —no uno o dos—. La identidad, por supuesto, también se genera a partir de las similitudes que un aficionado puede descubrir en un jugador. En ello hay algo de proyección y aspiración, lo que nadie encuentra en un equipo como Lobos Plateados, mismo que, como todos en la LNBP, tiene un exceso de extranjeros y, en contraparte, escasos mexicanos, los cuales, en una inmensa mayoría, juegan algunos minutos, mientras que otros apenas si entran a la duela para ganar segundos de actividad.