La mala hora de Siboldi
El caso Siboldi resultó ser una referencia acertada para exponer este vicio que se ha vuelto cotidiano en el periodismo (¿periodismo?) que se ejerce en las redes sociales: publicar con inmediatez a pesar de no tener certeza ni argumentos para calificar la información como verdadera o falsa.
El pasado viernes en el marco del tercer foro “Los periodistas”, organizado por la Asociación de periodistas, reporteros gráficos y comunicadores de Puebla, sostuve una interesante conversación con tres compañeros de profesión: Ximena Brambila, Alan Núñez y David Badillo, todos con una trayectoria destacada en medios de comunicación que van desde las plataformas digitales hasta la radio, la televisión y los medios escritos, tanto impresos como digitales.
Entre los tópicos que abordamos, por supuesto desde distintas aristas, se halla un vicio que, coincidimos, detectamos frecuentemente entre comunicadores y periodistas: la irresponsable publicación, vía redes sociales, de información imprecisa, no confirmada y no contrastada y, por consecuencia, carente del rigor que implica la actividad investigativa.
Ante un público que estuvo integrado por compañeros periodistas y jóvenes estudiantes de las carreras de periodismo y ciencias de la comunicación se puso sobre la mesa, a manera de ejemplo de lo expuesto en el párrafo anterior, lo que esta semana sucedió con Robert Dante Siboldi, hasta hace unos días entrenador de uno de los equipos más poderosos del futbol mexicano, tal es el caso de los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
El caso Siboldi resultó ser una referencia acertada para exponer este vicio que se ha vuelto cotidiano en el periodismo (¿periodismo?) que se ejerce en las redes sociales: publicar con inmediatez a pesar de no tener certeza ni argumentos para calificar la información como verdadera o falsa, es decir, como datos cercanos a una realidad o alejados de la misma y, por consecuencia, próximos a los intereses de la fuente que filtra para beneficiarse de lo que se ha publicado y de aquel que publica, quien gana un intangible estatus digital, mismo que se mide por interacciones y likes.
Esta semana, lo que no calificaré como cierto sino como algo lógicamente probable, gente de Tigres decidió filtrar a ciertos periodistas la versión de que Siboldi abusó de la confianza de la institución; se manejó la versión que indicó que el técnico uruguayo o su cuerpo técnico o un integrante de éste —nótese la ambigüedad y la imprecisión— habría —conjugación que no denota seguridad sino simple posibilidad— brindado información a un equipo —otra vez un calificativo ambiguo— que se benefició de la misma para ganar una eliminatoria de la última liguilla.
Hasta el momento, todos aquellos periodistas que publicaron esta información en redes sociales, no han dado pruebas que sostengan convincentemente todo aquello que matizaron de verdad.
A manera de conclusión puedo decir que este episodio del linchamiento que sufrió Siboldi en redes sociales bien podría ser una versión moderna de “La mala hora”, obra del colombiano —y curiosamente también periodista— Gabriel García Márquez. En esta obra literaria publicada en 1962 se hace referencia a los pasquines, aquellas publicaciones anónimas que esparcieron rumores sobre los residentes de un pequeño poblado colombiano, quienes padecieron la información- desinformación.
Hoy en día no hay alguien que imprima y pegue esos pasquines en las puertas de aquellos a los que hacen referencia, sin embargo, no hay necesidad porque lo que sí hay —y mucho— son comunicadores y periodistas que, tentados por tener una legitimidad respaldada en interacciones y métricas, no escatiman en publicar lo que sea a cambio de un like.