Huchín: coach de vida y de básquetbol
Con el equipo lanudo, después de dirigirlo por unas temporadas, Rolando Huchín anunció su retiro. Él cumplió: dijo adiós a la duela y a los entrenamientos, pero siempre le quedó ese interés de seguir siendo “coach de vida”.
Conocí al coach Rolando Huchín hace como catorce o quince años. En ese tiempo, en el extinto periódico Esto de Puebla, fui asignado a dar cobertura a la fuente de deporte estudiantil, la cual, debo admitir, al paso del tiempo se convirtió en mi favorita.
Mi primer encuentro con Rolando Huchín fue en su oficina, en la coordinación de Deportes de la Universidad Madero, la cual, en esa época, se encontraba en el primer piso del edificio central, casi frente a las canchas de básquetbol que, a su vez, se hallan a un costado del campo de fútbol.
En ese primer encuentro, por supuesto, lo entrevisté. Él, lo recuerdo a la perfección, me habló de lo bien que veía al equipo femenil de básquetbol, al cual recién se había integrado una jugadora colombiana de nombre Luz Yadira Asprilla, misma que, por cierto, tiempo después, se fue para Águilas UPAEP.
En esa primera conversación el coach Huchín también me platicó —con mucha emoción— que el equipo varonil, el cual dirigía, recién había ascendido a la Liga Premier de Conadeip, el antecedente de la Liga ABE.
En esa plática el entrenador —que ya sea día de juego o de entrenamiento— siempre viste de traje, me indicó que esa temporada sería de retos porque anticipaba una compleja adaptación a Primera División de los Tigres Blancos.
El coach Huchín no se equivocó en su predicción. Y es que derrotas consecutivas en casa ante el Tec Hidalgo —que en esa época tenía como referente al hoy seleccionado mexicano Israel Gutiérrez— marcaron el inicio de una época que sería azarosa.
Ese primer año del equipo varonil en Liga Premier había un riesgo de descender. Incluso, a falta de cinco partidos los felinos tenían pie y medio en la segunda división, sin embargo, con jugadores como Óscar Montano, Gabriel Reynoso y el boliviano Paolo Ramos, los maderistas lograron victorias ante la Universidad Regiomontana, Tec Hidalgo, Universidad Panamericana y UVM Lomas Verdes, con lo cual se quedaron en primera.
Tiempo después el coach Huchín cerró un ciclo con los maderistas. Tras la clausura de ese episodio como entrenador se inauguró otro: el coach Rolando, inquieto y con disposición a seguir en el banquillo, firmó con los Borregos Puebla, con los cuales tenía la tarea de subirlos a la máxima categoría, lo que consiguió en tiempo récord.
Con el equipo lanudo, después de dirigirlo por unas temporadas, Rolando Huchín anunció su retiro. Él cumplió: dijo adiós a la duela y a los entrenamientos, pero siempre le quedó ese interés de seguir siendo “coach de vida”, como se refiere a su faceta en el basquetbol colegial.
En pleno retiro, durante el segundo semestre de 2022, comencé a ver a Rolando Huchín en los gimnasios de UDLAP, UPAEP, UMAD, Inter e ITESM.
Supe que algo venía, pero no sabía bien qué. Fue hasta diciembre de 2022 cuando él me llamó para anunciarme que regresaría a dirigir: ahora a los Guerreros de la Universidad Cuauhtémoc.
En ese momento supe también que su vida, tal y como ocurrió con su faceta como educador en secundarias técnicas, siempre estaría ligada a la formación de jóvenes, en este caso con base en el básquetbol.
Por todo esto y mucho más, cuando Rolando Huchín me invitó a la presentación de su libro, titulado Mi 10, el valor de la persona, tuve el presagio de que su ópera prima sería rica en anécdotas, en historias de triunfos y derrotas, pero, sobre todo, en las lecciones que solamente da, por sus particularidades, el baloncesto colegial.
Recién terminé de leer el libro. No me equivoqué.
Esta obra da pormenores de la vida de uno de los equipos que se recuerdan con más cariño en el deporte poblano: los Dragones; también aborda episodios interesantes con los Aztecas de la Universidad de las Américas y las historias de personas que, más que jugadores, el coach Huchín trató como eso, precisamente, como personas en formación.