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A diez años del último campeonato de Puebla

El próximo abril se cumplen diez años del último campeonato y, por ello, la reflexión es inevitable: ¿qué necesita Puebla para ser, aunque sea por lapsos, un equipo competitivo?

Omar
Omar Rodríguez

Actualizado: 27 DIC 2024 - 21:46

A diez años del último campeonato de Puebla
Arte: GRADA

El 21 de abril de 2015 acudí al estadio Universitario BUAP para dar cobertura a la final de Copa entre Puebla, el anfitrión, y un Guadalajara que, como pocas veces suele ocurrir, no fue amplio dominador en las gradas; esa ocasión la afición de la Franja se dio cita al juego y equilibró lo que parecía ser una noche rojiblanca.

Ese partido, importante por el título que estaba en juego —el cual, por cierto, quedó en penumbra en los minutos finales por un apagón que, según me cuentan, fue ordenado por una persona que hace varios años mandó a poner en el Cuauhtémoc un letrero en donde dejaba en claro que no recibía a conocidos, amigos o familiares— fue el último en el que la Franja ganó un campeonato. No sabía que Puebla ganaría ese partido y no sabía que sería el último en donde ganaría un título oficial —después vendría la Súper Copa, sin embargo, ésa no fue ganada en un torneo competitivo sino en un simple partido de noventa minutos y poco más—.

Diez años han pasado desde aquella fecha, cuando el Club Puebla se alzó con el trofeo de campeón de la Copa MX, derrotando al Guadalajara en una final emocionante. Aquel equipo, liderado por figuras como Matías Alustiza y Luis Gabriel Rey, no solo brindó una noche inolvidable a los aficionados poblanos, sino que también les dio una esperanza renovada en medio de una temporada llena de altibajos. Este triunfo, sin embargo, no fue suficiente para borrar la incertidumbre de un posible descenso en la Liga MX, una realidad que el equipo enfrentaba ese mismo semestre.

La final ante Chivas no solo fue un hito por el título conseguido, sino también por la forma en que se logró: con garra, corazón y una entrega total en el campo. Jugadores como Villaseñor, el guardián de la portería, y Facundo Erpen, sólido en la defensa, se convirtieron en héroes de una noche mágica para la Franja. Sin embargo, a pesar de esta alegría momentánea, el equipo no pudo evitar seguir navegando en aguas turbulentas en la liga, luchando por mantenerse en la Primera División.

Desde ese campeonato, el Puebla ha experimentado una década de esfuerzos sin frutos significativos. Aunque ha logrado clasificarse a liguillas de manera consecutiva, la ansiada copa de campeón de Liga sigue siendo un sueño lejano. La falta de continuidad en los proyectos deportivos y administrativos, así como la inestabilidad en el banquillo técnico han sido factores determinantes en esta sequía de títulos. La afición, una a la que no se atiende, ha visto cómo las esperanzas de gloria se desvanecen temporada tras temporada.

El impacto de esta situación en la afición es palpable. Los dos últimos torneos han evidenciado un cansancio generalizado entre los seguidores del Puebla. La emoción y el entusiasmo parecen haber dado paso a la resignación y la apatía. La ilusión de volver a ver al equipo en lo más alto se ha transformado en una espera interminable que erosiona el ánimo de los aficionados.

El próximo abril se cumplen diez años del último campeonato y, por ello, la reflexión es inevitable: ¿qué necesita Puebla para ser, aunque sea por lapsos, un equipo competitivo?

La respuesta probablemente radique en la construcción de un proyecto ya no digamos sólido, sino ordenado, basado en la continuidad y en una visión a largo plazo.

Solo así, el Club Puebla podrá devolver la alegría y el orgullo a una afición que ha demostrado, a pesar de todo, una lealtad que no es retribuida. 

Sobre el autor

Omar Rodríguez
Omar Rodríguez

Periodista poblano, escritor, conductor de radio y televisión. Ha realizado coberturas de 30 torneos de Liga MX y coberturas internacionales, entre ellas Copa del Mundo FIFA y Copa Confederaciones.