Los días ochenteros en que me contagié de Franjitis
Esa noche me sentí a gusto, tal y como sucedió en mi primera visita a ese estudio. En esta ocasión me correspondió participar junto a Blanca Estela Leyva, Alan Núñez y Rodrigo Alanís, con quienes, más que polemizar, sostuve una plática tan amena que duró casi noventa minutos.
El martes por la noche acudí al estudio de GRADA para participar en el programa Franjitis, mismo que se transmite desde hace ya varios meses y que —como se deduce por el nombre — aborda temáticas relacionadas con la Franja.
Esa noche me sentí a gusto, tal y como sucedió en mi primera visita a ese estudio. En esta ocasión me correspondió participar junto a Blanca Estela Leyva, Alan Núñez y Rodrigo Alanís, con quienes, más que polemizar, sostuve una plática tan amena que duró casi noventa minutos.
En esta charla hicimos referencia al presente y pasado del Puebla. Mencionemos las interrogantes que opacan el hoy y el mañana de un equipo que no se ve para cuándo levantar; hablamos también de la salida de José Manuel de la Torre y los candidatos a reemplazarlo en un semestre que se anticipa tan lúgubre como los dos anteriores; intercambiamos ideas respecto a lo que necesita el equipo y, por supuesto, también tocamos el tema —imposible de dejarlo pasar— del olvido en que los dueños tienen a un club que pasó su aniversario lejísimos de la gloria y, por el contrario, muy cerca de la pena, de la vergüenza de ser el peor conjunto del 2024.
En la parte madura de la conversación, misma que agradezco su buena recepción por parte de los seguidores de la emisión, de GRADA y de los aficionados del Puebla, se me preguntó por el momento preciso en que me convertí en aficionado de la Franja, es decir, aquel episodio en que, sin acudir a un consultorio o pedir el diagnóstico de un médico, supe que me había contagiado de Franjitis, un padecimiento en toda la extensión de la palabra.
Durante el programa —tras verlo un par de veces y con ello colaborar a las más de 1,200 reproducciones con las que cuenta hasta el momento— noté que no respondí con holgura y precisión y, por ello, desde el mismo martes me decidí a dar respuesta a esa pregunta en la columna de este día.
Una vez explicado el asunto, sigo con mi respuesta: tuve síntomas de franjitis desde la década de los ochenta. En esa época el Puebla era un equipo ganador y asiduo competidor de liguillas; el equipo de mi ciudad tenía todavía el impulso del campeonato de la temporada 1982-1983 y, año con año, se acercaba a su periodo de esplendor: la campaña 89-90, la del campeonísimo.
En esa época no acudía al estadio Cuauhtémoc con frecuencia , sin embargo, no me perdía lo que pasaba con “mi equipo” —noten el grado de mi enfermedad— en las transmisiones de televisión o, principalmente, en las de radio, donde voces como las de Pepe Aspiazu y Alberto Fabris del Toro hicieron volar mi imaginación con partidos que pudieron ser buenos, malos o regulares pero que, para mí, fueron excepcionales.
Gracias al programa y a lo que platicamos con entusiasmo, hoy, tras escribir esta columna, haciendo un recuento, hice la cuenta de que este diciembre cumplo 41 años de tener Franjitis.
¡Sé que este padecimiento, pase lo que pase, permanezca el equipo o desaparezca, siempre estará en mí!