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Carlos Vela y los mediocres del mundo

La elección de su futuro profesional –ya no digamos el de su vida privada –, guste o no, le pertenece únicamente a Vela. La congruencia –en comparación con la cúpula del futbol nacional que no sabe caminar de otra forma que dando ‘bandazos’ y ocurrencias como las de estos días–, guste o no, ha estado únicamente de su lado.

Miguel
Miguel Caballero

Actualizado: 3 NOV 2022 - 4:28

Carlos Vela y los mediocres del mundo
Arte: GRADA

Mediocres de todo el mundo, ¡yo los absuelvo!
¡Los absuelvo a todos!

Antonio Salieri

La cinta Amadeus del checo-estadunidense Milos Forman –ganadora del premio Óscar a “Mejor película” en 1984 –relata la historia de Wolfgang Amadeus Mozart, desde la perspectiva del compositor italiano Antonio Salieri, su enemigo.

En charla con el sacerdote que lo ha visitado en el manicomio donde está destinado a morir, Salieri, preso de la locura, el dolor y el arrepentimiento, confiesa cada una de las artimañas utilizadas para provocar la destrucción y muerte del músico austriaco, a quien siempre envidió el ‘talento’ que le había sido otorgado de manera divina.

“Mozart, esa criatura soez y media tonta… ¿Por qué Dios había elegido a tan horrendo ser como instrumento suyo? No era Mozart el que reía, padre, era Dios. Dios se reía de mí a través de aquella risa obscena. ¡Adelante, Señor! ¡Ríete! Muestra mi mediocridad y que la vean todos. Algún día me reiré. Antes de abandonar este mundo me reiré yo de ti.”

En las horas recientes, el “caso Carlos Vela” –si es que en verdad existe un “caso Carlos Vela” como tal –se reactivó en la esfera mediática. 

Más allá de lo cancino de volver a colocar en el debate la negativa de Vela –la más reciente de todas –al equipo mexicano, un par de aspectos llamaron mi atención: 

Uno: enfocado estrictamente en el plano deportivo, el absoluto sinsentido que significa el haberse lanzado a la búsqueda de un jugador –cualquiera que sea su nombre, trayectoria y capacidades con la pelota –para unirse de último momento a un equipo con el que no ha compartido un ápice de su proceso; y sobre todo, a menos de tres semanas de comenzar una competición de máxima exigencia como es la Copa del Mundo. Si el panorama del equipo de Gerardo Martino no es alentador de cara a Qatar 2022, con este tipo de ocurrencias, mucho menos. Las desgracias siempre encuentran la manera de superarse a sí mismas. 

Dos: las etiquetas con las que se juzgó a Vela tras ‘conocerse’ su decisión; calificativos que, además de vergonzosos y exhibir una arrogancia abominable, provienen de un pedestal de superioridad y soberbia inexplicables. 

La elección de su futuro profesional –ya no digamos el de su vida privada –, guste o no, le pertenece únicamente a Vela. La congruencia –en comparación con la cúpula del futbol nacional que no sabe caminar de otra forma que dando ‘bandazos’ y ocurrencias como las de estos días–, guste o no, ha estado únicamente de su lado.

Aún más en estas épocas de insufrible corrección política, además de ridículo, resulta demasiado peligroso que cualquier extraño con ínfulas de no sé qué, se sienta con la capacidad de juzgar nuestras decisiones y someternos a lo que él considera que “debemos ser” o “debemos hacer”.

Cuánta satisfacción y cuánta paz existe en elegir nuestro rumbo, sabedores que no debemos explicaciones a nadie. Que Salieri nos absuelva a todos.

Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.

Sobre el autor

Miguel Caballero
Miguel Caballero

Director Editorial de GRADA. Cuenta con 10 años de experiencia en medios de comunicación. Ha cubierto torneos oficiales de FIFA como Copa América y Copa Confederaciones, entre otros. Coautor de los libros "Puentes" y Escribir es un ensayo".