Las segundas partes pocas veces son buenas en el Puebla
Cuando un jugador alcanza un máximo nivel con el Puebla, inmediatamente es negociado y vendido. Pero cuando este mismo jugador es recontratado por el Puebla años después, entonces es sinónimo de que está muy a la baja.
Dicen que en el cine las segundas partes nunca son buenas. Esta máxima también puede ser aplicada al futbol, sobre todo en el Puebla de la Franja.
Cuando un jugador alcanza un máximo nivel con el Puebla, inmediatamente es negociado y vendido. Pero cuando este mismo jugador es recontratado por el Puebla años después, entonces es sinónimo de que está muy a la baja.
Esto es precisamente lo que se ve en estos momentos con el regreso del lateral colombiano Brayan Angulo, quien está prácticamente cerrado para regresar a jugar con la Franja, luego de que esta escuadra lo vendiera años atrás a los Xolos de Tijuana.
Cuando Angulo fue vendido al xolaje, venía de ser un jugador muy importante para el Puebla, un elemento sobresaliente y que no solo era titular indiscutible, sino hasta capitán de los poblanos.
El recorrido por la banda izquierda que presumía no se le vio en Xolos y muy pocas veces en Toluca, por lo que ahora, sin ser un jugador de élite, fue vendido por Toluca precisamente a la Franja.
Y es aquí donde llega el recuerdo de segundas partes que nunca fueron buenas y podemos mencionar, así de botepronto, a un Daniel Osorno, quien revivió su carrera en el Puebla en 2009 y luego fue vendido de inmediato al Atlas.
Con los Rojinegros hizo muy poco y fue regresado al Puebla, donde Osorno no solo no recuperó su nivel, sino que tuvo pocos minutos y terminó poniendo fin a su carrera tras abandonar por segunda vez a la Franja.
¿Qué decir de Gustavo Matías Alustiza? Un jugador que pese a tener números bajos, fue encumbrado por la afición, que montó en cólera contra la directiva del Puebla cuando el llamado “Chavo” fue vendido al Pachuca.
Tras fracasar con los Tuzos regresó a Puebla, donde no volvió a ser el jugador medianamente espectacular y fue vendido a los Rojinegros del Atlas, y después de deambular en Pumas regresó, otra vez, al Puebla, donde hizo poco menos que nada.
Un caso muy reciente es el de Omar Fernández, quien en su mejor momento fue vendido a León, para que sólo un año después regresara a Puebla, donde no mostró su mejor versión y terminó regresando a los Panzas Verdes.
Por estos motivos, en el Puebla de la Franja las segundas partes nunca son buenas.