Bielsa, el Atlas y Gignac
Sin importar si Bielsa viene o no, nunca es mal momento para recordar lo que Marcelo ha dejado en el futbol en general.
En estos días, el nombre de Marcelo Bielsa como cada término de los últimos tres ciclos mundialistas, es lugar común y punto de encuentro. Yo desconozco si en algún momento dirigirá o no a México, pero utilizo este pretexto para escribir de un entrenador fetiche, de un estratega polémico, siempre más preocupado por las formas antes que el fondo y con un lazo permanente en nuestro futbol.
Dudo mucho que alguien no sepa quién es Bielsa, cómo logró convertir a una plantilla de la Segunda División inglesa como el Leeds United en un equipo de Primera, que además pintaba cara a los siempre favoritos, o las dos finales de Europa League y Copa del Rey que perdió al frente del Athletic de Bilbao, con un equipo que volaba.
Pero Bielsa no es solo registros y buen futbol; don Marcelo, a nivel mundial, se ha preocupado más por las buenas formas antes que pensar en títulos. En México, a inicios de la década de los noventa, tomó a un Atlas muy diferente al actual y explotó la producción de su cantera, proyectando a posteriores referentes como Pável Pardo, Jared Boergetti u Oswaldo Sánchez.
Cuando llegó a nuestro país, Bielsa ya había alcanzado la gloria con el Newell’s Old Boys e hizo de una de las principales características del Atlas, su mejor cualidad. Eran tiempos de torneos largos en México y después de los rojinegros, Marcelo asumió las riendas del América. Sí, los resultados no fueron los deseados, pero dejó un par de anécdotas.
“Marcelo es uno de los mejores entrenadores que he tenido, pero estaba loco, sobresalizaba las cosas y lo que pasaba es que habíamos quienes podíamos entender lo que pretendía, pero otros no y se saturaron con eso”, explicó Luis García, al que dirigió en el América, de donde el propio Bielsa recomendó a Germán Villa en 1998, para que fichara por el Espanyol.
Aún a la distancia, porque después de Atlas y América no volvimos a ver a Bielsa en México, Marcelo mantuvo cierta conexión y quizás la más reciente se dio sin saberlo.
Para la campaña 2014-2015, el director técnico argentino asumió en el Olympique de Marsella, le dio el voto de continuidad a su delantero con sobrepeso, al que le pidió someterse a un estricto régimen que él mismo valoraría. Era un tal “Gignac”.
André-Pierre pasaba las horas más bajas de su carrera por entonces, pero siguiendo los consejos de Bielsa, quedó subcampeón de goleo en Francia, antes de atender la llamada de Tigres. La historia posterior ya es conocida. “Fue el entrenador que más me ha marcado, junto con Ferretti; lo de Marcelo era exigencia diaria, que a algunos puede molestar, pero que si la sabes encauzar, te hace mejor”, dijo el francés.
Sin importar si Bielsa viene o no, nunca es mal momento para recordar lo que Marcelo ha dejado en el futbol en general. Para muestra, una frase de cierre que se aplica en varios aspectos: “Creo que el espíritu amateur, el amor real hacia la tarea que nos toca, es lo único que vuelve satisfactorio el tránsito por el trabajo”.