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Había una vez un lindo gatito

Había una vez un “lindo gatito” que hacía temblar a todos, que hacía que el clásico capitalino tuviera algo más. Que tenía a propios y extraños emocionados por un grandísimo encuentro por vivir.  Hoy solo queda un ‘gatito’ que busca crecer.

Antonio
Antonio Palomino

Actualizado: 8 MAR 2023 - 0:18

Había una vez un lindo gatito
Arte: GRADA

Los Pumas de la UNAM, además de representar a la Máxima Casa de Estudios en nuestro país, también era un equipo de estirpe, de cantera y que tenía futbol suficiente para competir por títulos dentro del torneo mexicano. Esa realidad convertida en austeridad y pérdida de identidad los tiene hoy arrastrando el prestigio, temporada tras temporada.

En los últimos 31 torneos han estado más tiempo cerca del último puesto que del título; de estos 31 torneos, solamente en 7 ocasiones quedó en el podio, siendo solo un título el recaudado en Apertura 2015, de la mano de Guillermo Vázquez.

El camino puma en la liga era tan emocionante como espeluznante, podía meterse en la parte alta de la tabla o arrastrar amargamente la cola en los puestos de descenso (en ese entonces) pero algo tenía, era mística, era garra, eran huesos bien formados que les permitían dar pelea, aunque el torneo estuviera malo. Eran futbolistas que se dejaban la vida en los partidos de importancia y hacían tropezar a los otros grandes cuando era necesario.

Eran, o fueron, esos pumas guerreros que hostigaban al rival en Ciudad Universitaria a las 12 del día cada domingo, que hacen pesar su cancha y su tribuna, que lograban que el Goya se escuchara y retumbara cada partido que se jugaba ahí.

De tiempos más atrás habían camadas de jugadores que servían fielmente a la institución y alguno que otro tenía nivel hasta para ser refuerzo de alguno más, y a estos chicos de cantera habían extranjeros de magnífico nivel que apuntalaban proyectos felinos.

Vimos pasar a Campos, Luis García, Hugo Sánchez, Negrete, Sancho, Braulio, Ríos, Borja (que fuera ofendido al irse a Coapa), estos que fueran seleccionados nacionales y que aportaron mucho al club y a la Selección, también estuvieron José Damasceno “Tiba”, el mismo “Tuca” como jugador y como entrenador, Marioni, Cabinho, Darío Verón, Leandro Augusto, el grandísimo Ailton Da Silva (que contra el título de esta columna diría “Gatito, ni ma…”) 

Estos futbolistas que tenían algo distinto, coraje, valor, talento, garra, entendían lo que significaba ser los Pumas de la UNAM, uniforme blanco o dorado con el puma azul al pecho, y en el uniforme azul, el felino era blanco, gigante, cubría el torso, alguna vez con números en las mangas emulando al equipo de fútbol americano. Luego vino la publicidad y mancharon una de las playeras más hermosas del mundo. Solo ellos, Barcelona y Athletic de Bilbao se mantenían libres de estorbos visuales en su uniforme, los tiempos cambian y el postor que paga más, obtiene el espacio.

Estos PUMAS, sí, con mayúsculas, porque eran distintos a los sujetos que hoy se disfrazan y salen a la cancha como perdidos y derrotados antes siquiera de arrancar el encuentro. Extranjeros que vienen más por un sueldo y un buen promotor que por buscar ser alguien que se recuerde en la institución. Traen a entrenadores de moda en el piso azteca, que de estrategia parecen saber muy poco y que, eso sí, todos se visten a la moda que dictó Guardiola, de negro, tenis blancos, suéter o saco y camisa blanca, muy bonitos desde lo estéticos, muy malitos desde lo futbolísticos. Cuando se imita a un ídolo, hay que hacerlo integralmente, mucha pinta y pocos resultados.

Y no solo eso, también están los que están pero uno no entiende como, Lillini con buen trabajo en básicas llega al primer equipo y vive de una final perdida contra un León abstracto, simplón y aún así los universitarios no pudieron más que sobrellevar el partido sin ofrecer una oportunidad a su afición de esperar el título. Se presentaron a jugar y listo. 

“Engañabobos” se les llama a muchos que han pasado por el banquillo ofreciendo resultados y entregando vergüenza.

Había una vez un “lindo gatito” que hacía temblar a todos, que hacía que el clásico capitalino tuviera algo más. Que tenía a propios y extraños emocionados por un grandísimo encuentro por vivir.  Hoy solo queda un ‘gatito’ que busca crecer, que busca mantenerse, y gracias a los intereses de la FMF, no hay un descenso que les complique de sobremanera.

Había una vez un “lindo gatito” que queremos que vuelva y se lleve al michi que deambula sin ton ni son en la Liga MX.

Y recuerden, la pelota siempre al 10.

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