Las redes que enredan
Las redes absorben e inundan al aficionado con información y datos, han globalizado el evento más allá de lo importante que es el partido, podemos ver cómo festejan y cómo sufren las derrotas al interior de lo que antes tenía privacidad, “lo que se habla en el interior del equipo, ahí queda”.
Las redes sociales y el internet mismo, hoy nos permiten conocer y aprender muchas cosas del mundo del entrenador y el equipo que hace años no hubiéramos podido tener acceso. Si no te llevaban al interior del equipo, era poco menos que imposible el conocer los pormenores de la charla técnica previa, las reacciones del medio tiempo y el ambiente al final del partido.
También hay que aclarar que hemos caído en un exceso de morbo en todos los eventos que tienen que ver con los futbolistas, su entorno, incluyendo sus gestos y gustos.
Hoy, gracias a las diferentes plataformas sociales, conocemos la parte humana de muchos futbolistas, en algún momento pensábamos que después del entrenamiento iban a sus casas y listo. Hoy vemos desde la salida del entrenamiento, a veces si están en algún lugar para comer con amigos o familia, si juegan o no a la consola de videojuegos, si hacen acto de presencia en algún lugar; si hacen o no hacen en general. Y esta ventana a su vida se hace una fuente inagotable de notas y reportajes, algunos honestos y reales (los menos), y otros tendenciosos y enfocados en lograr un objetivo de atraer y captar la atención del “informado”.
Hemos visto “reuniones” entre jugadores y entrenadores que están prontos a un fichaje que no pasaron de una cena o comida para charlar; hemos visto acciones de futbolistas que se magnificaron por sacarlas de contexto. Sí, el contexto es la vida misma, ellos son humanos como cualquiera de nosotros, con un trabajo ideal, paga mucho y se trabaja poco, además es el gusto personal de quienes son profesionales. Te pagan por hacer lo que más te gusta en la vida a cambio de mantenerte profesional y cuidar tu físico, ya que es tu herramienta de trabajo. Hay quienes lo entienden así y se mantienen listos y atentos a responder al hincha con la responsabilidad social y emocional que tienen para con ellos. Ganar para que, el que trabaja de 8 am a 6 pm diario buscando tener dinero para el boleto el día del partido, sea feliz.
Las redes absorben e inundan al aficionado con información y datos, han globalizado el evento más allá de lo importante que es el partido, podemos ver cómo festejan y cómo sufren las derrotas al interior de lo que antes tenía privacidad, “lo que se habla en el interior del equipo, ahí queda”. Sin embargo, hoy hay gente con celulares que graban esos momentos y los difunden, se supone que son trabajadores y gente de confianza del equipo y salen a la luz como si fueran del departamento de prensa.
No me alejo de entender mucho más a fondo a los futbolistas en su papel de profesionales y en su papel de persona que festeja un triunfo. Estos mismos actores que toman video a estas situaciones de gozo, podrían ser agentes de un cambio para mejorar cuando hay acciones que afectan la integridad del humano y que lastiman la parte emocional y física del ofendido.
Aceptamos la alegría del triunfo en el video, pero las denuncias por cualquier razón real deberían estar al servicio de la justicia, y no hablo de descontextualizar una acción, sino de dar fuerza a lo bueno que debe aportar el deporte, a los entrenadores y sus métodos de aprendizaje y enseñanza, y la manera en que estos potencian a sus futbolistas.
Hay documentales sobre Arteta, Guardiola, Mourinho, y después de verlos el panorama del entrenador y el equipo se abren totalmente a un mundo distinto del que vemos, el gran entrenador con su forma de ser y su equipo ganador/perdedor del partido. Ves el trabajo que lleva alinear a uno u otro, dejar ir a jugadores al final de la temporada, lesiones, sanciones, todo lo que ahora ve en los videojuegos como parte de la experiencia. Esto sirve para que tengamos la imagen global del club.
El punto central para ellos y nosotros es que las redes nos dan más información tanto necesaria como innecesaria, y podría ayudar aún más en ciertos temas de atención social. Llenar el espacio que los fanáticos tienen sobre el deporte debe ser de manera responsable, ya que al final son ejemplos para chicos y grandes, son los que llevan el escudo en el pecho, ese mismo escudo que el aficionado tiene en su playera cuando va al estadio o ve el juego por televisión.
El escudo siempre será más importante que el nombre en la espalda, dice el dicho, pero el nombre en la espalda mantiene el respeto en el escudo que representa, y al final del día le da la vida que tiene.
Y recuerden, la pelota siempre al 10.